lunes, 25 de enero de 2010

Una historia de Recursos y Humanos.





Seguimos sin internet en casa y volvimos un poco a nuestra rutina de la biblioteca. Desde el último post que publiqué no tengo demasiado para contarles pero voy a hacer un esfuerzo sobrehumano para recordar cada detalle y ponerle un poquito de onda.

El otro día estaba charlando con un buen amigo, Mido, que está en Nueva York hasta hoy, creo, y le comentaba que bueno, estoy buscando trabajo tranquilo pero buscando. Que debería encontrar uno en el mediano plazo para no morir de hambre, evitar que Teresa nos tire a la calle y demás vaguedades sin importancia. Trabajo, hay, pero yo estoy tratando, en la medida de mis posibilidades, de evitar hacer cosas que bajo ningún punto de vista haría en Buenos Aires. Creo que mi límite son las próximas dos semas en las que tengo un par de entrevistas prometedoras, sino, adiós orgullo y hello kiwi dollars.

Mido, viajero incansable, sumamente bien conectado, me preguntó si fui al Hyatt a tirar currículums a lo que contesté que sí pero quien agarró mi currículum, un tal Mannish, me puso una cara, estemm, cómo decirlo con clase, fecal. Sí, sería una cara escatológica pero de las malas, diarreica incluso. Midín me insultó con onda, llamó grandes a mis testículos, recordándome que su hermano Alejo (lindo apodo, no?) labura en el Hyatt hace casi 3 años. En unos minutos lo tengo que llamar para ver si nos puede dar una mano con el tema de ganar plata exprimiendo propinas estado unidenses.

Otro pibe que conocimos acá, Gray, me dio una idea bastante buena para hacer algunos mangos mientras estamos mirando el techo: ofrecer clases de conversación en castellano a través de internet. Así que ya saben, si quieren chatear con nosotros, les vamos a cobrar 12 dólares neocelandeses la hora. .

Esta es la última semana de los padres de Martín en Auckland. Se vuelven nomás para las pampas húmedas. Razón por la cual, seguramente antes del viernes, vayamos a cenar a algún lugar con ellos. El haber conocido a los padres de Martín me recordó dos cosas muy importantes: primero, yo puedo ser adorable incluso cuando estoy de mal humor si la situación lo requiere, ellos son muy simpáticos y amables; la segunda es que detesto, realmente detesto interpretar. Traducir simultáneamente entre inglés y castellano. Es un buen curro si lo pagan, pero gratis, para alguien que no sea un familiar directo o un amigo querido, no gracias.

Es gracioso que mucha gente me dice que me imaginan hablando cuando leen mi post. Jamás pensé que redactaba tan mal cuando hablaba. Pero sí, es un poco adrede el sonar como sonaría en forma oral. Acorta distancias un poco. Como la camarita.

Las fotos son las que no pude cargar en el post anterior y quiero sacar del escritorio de mi chiqui.

Besos esquimales para todos, sobre todo para los que pregunten.

Alejito.

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