martes, 30 de marzo de 2010

Pijotero


Yo soy una persona con suerte. Hace un tiempo dudaba un poco de ello pero definitivamente soy una persona con muchísima suerte. Ayer mi jefa nos sentó a la única compañera de equipo que tengo y a mí para preguntarnos si nos podemos comprometer con una extensión del contrato de al menos una semana. Dije que sí, así que trabajaré en el banco hasta el 9 de abril, con posibilidad de una segunda extensión que sería de una semana más. Mi colega dijo que no, así que a partir de mañana voy a ser oficialmente el último de los temps. Mi jefa me miró y me dijo “ganaste el westpac idol, sos el último de los 12 en el piso”. Hoy, además de eso me pidieron que haga una hora extra que se paga al 150% (sonrisa).

Al salir del laburo me encontré con una novedad que ya no es tan novedad en este flat del demonio: internet no funcionaba. Respiré profundo y me fui a la biblioteca casi dos horas para saciar mi sed de red global. Al terminar, no porque mi sed haya desaparecido, sino porque la biblioteca estaba cerrando, me tenté mucho con el cartel de Wendy´s y estuve a punto de ir a comer una hamburguesa deliciosa pero mi juicio fue más grande, me dije a mí mismo “tenés comida en casa” di media vuelta, y volví a casa para cocinar. Ser un adulto responsable apesta.

Este fin de semana es pascuas. En Nueva Zelanda el feriado es el Viernes y el Lunes después de pascuas. Es bastante práctico porque se te acortan dos semanas en vez de una. Como son feriados nacionales yo no voy a trabajar pero se me pagan de todas formas (cara de felicidad). Estuve pensando que, dado que la agencia que me consiguió el trabajo en el banco tiene oficinas en Wellington, Christchurch y Hamilton, podría decirles que me tengan en cuenta para búsquedas en esas ciudades. Ellos ya tienen buenas referencias mías de Buenos Aires, junto con las buenas referencias del banco, así que me podría mudar de ciudad en ciudad con trabajo seguro. Todavía tengo que ver si estoy dispuesto a alejarme de Auckland por más de un fin de semana pero me atrae la idea de vivir en la isla sur.

Desde hoy tengo nuevo escritorio de trabajo al lado de una chica muy simpática. Estuvimos hablando buena parte de la mañana, yo le contaba de los planes o deseos que tengo sobre el viaje, las cosas que hice, que me gustan los idiomas y todas esas zonceras de las que uno habla con gente que no conoce para nada. Ella me dijo que está tratando de aprender Hindi y árabe. Me pareció súper interesante que una kiwi, analista de inversiones y seguros de un banco quiera aprender dos idiomas tan “exóticos” entonces le pregunté si tenía alguna motivación especial a lo que respondió que tiene ganas de escribir canciones en esos idiomas. Más adelante en la conversación, cuando me dijo que es profesora de canto en una iglesia y que viaja con la iglesia por el país y la palabra iglesia cada vez aparecía más seguido en sus oraciones hasta el punto que me empezó a asustar. Verán, yo tengo una patología y veo a la gente extremadamente creyente básicamente como idiotas. No lo puedo evitar. Finalmente me dijo que quería aprender los idiomas anteriormente mencionados para escribir canciones cristianas sobre Jesús y cómo él es el mesías. Yo tenía ganas de pedir un taxi y venirme para casa.

El domingo seguramente tenga una cena de pascuas con Flavio y quizá el sábado tenga una cena de sábado con Robbie y la madre que viene de visita a Auckland desde Christchurch. Así que COMIDA GRATIS!

En la foto estoy en Ezeiza con Lau. Tengo el presentimiento que a ella no le va a gustar la foto pero yo salí tan bien...

Sin otro particular,

Kia Ora!

Alejijou

sábado, 27 de marzo de 2010

Y llegaron nomás.


Llegaron los tres meses, oficialmente cumplidos el 27 de marzo. Me preguntaban el otro día cómo les festejé pero la realidad es que no me di cuenta hasta un día más tarde por lo que todavía no pude festejarlo como corresponde. Llevo más de un mes solo en la ciudad con mis cambios de humor que cada día son más estables, la finalización del contrato con Wespac, el probarme a mí mismo que me puedo mantener con el sudor de mi frente y todas esas cosas que si bien no son demasiado graciosas cuando las tenés que hacer (lavar tu propia ropa, cocinar tu propia comida, hacer tus propias compras) te da una especie de satisfacción verte a vos mismo sobrellevándolas.

Por un lado el viernes me informaron que la posición que aspiraba en el Hyatt Hotel fue tomada por un empleado de la cadena, motivo por el cual no me llamaron para la segunda entrevista y me invitaron a volver a postularme cuando se abra una nueva posibilidad. Eso me llenó de ansiedad el fin de semana, hablé con un par de amigos para contarles la novedad y todos tienen una fe ciega en mi capacidad para encontrar otro trabajo en la querida Auckland. Sabemos que tengo otras posibilidades pero me gustaría quedarme acá o, en su defecto, mudarme a Wellington. Yo soy una rata de ciudad, después de todo.

Tengo que manejar el tema de querer controlarlo todo. Me estoy encariñando con los pensamientos de “veremos cuando suceda” de los que no soy muy amigo. Generalmente tengo un plan a, plan b, plan c y plan h por si las cosas no suceden exactamente como yo quiero pero es bueno sacarse un poco la estructura y disfrutar del viaje, teniendo en cuenta que siempre está la posibilidad de volver a Buenos Aires si las cosas no salen bien donde me esperan todos ustedes con los brazos abiertos, ¿no?

Creo, igual, que tengo que hacer lo posible para que mi permanencia fuera de Argentina dure al menos dos años. Dos años es el tiempo justo para estar afuera del país y todavía considerarlo casa, pero es un período lo suficientemente largo en el que aprendés una buena cantidad de cosas del mundo, otras culturas, otros idiomas, etc. Mi idea original era, de acuerdo al plan que hicimos con un grupo de amigos, irme para las Europas si no me convencía Nueva Zelanda y estoy estudiando mis posibilidades.

Volviendo a mi semana. El viernes me confirmaron que el contrato terminará el próximo miércoles 31 de marzo. Durante toda la semana que me queda trabajando para el banco, tuvieron el buen gusto de ofrecer desayuno gratuito a partir de las 8 de la mañana, así que estaré muy contento devorando comida gratuita con mi habitual café gratuito mientras atiendo a los bienaventurados clientes de Kiwisaver.

El sábado fui a la casa de Flavio a ver dos películas; “Qué he hecho yo para merecer esto” de Pedro Almodóvar, y “Ponyo” de no sé cuanto Ghibli. Yo tengo una particular simpatía por las películas españolas. Me divierte cómo se las ingenian para acomodar desnudos innecesarios en absolutamente todas sus películas. Si no se ve por lo menos una teta, la película no es española o por lo menos no es española del 75 para acá. Ponyo es una película japonesa para chicos un poco delirante pero bastante entretenida aunque no se acerca a, hasta ahora mi favorita del mismo director y la única otra película que vi del mismo, “El viaje de Chihiro”. En la reunión éramos todos argentinos menos los anfitriones. Si bien la gente me cayó de lo más bien, todavía tengo cierto rechazo a estar en una habitación llena de compatriotas. Le quita el sabor a estar al otro lado del mundo.

A pesar de ello y por mi eterna bondad, me voy a juntar a cenar con dos chicas que conocí el sábado para darles consejos sobre cómo moverse para no morir de hambre en el intento de una Working Holiday en Nueva Zelanda. Soy un amor…

No tengo muchas novedades más allá de lo que les conté. Pronto empezará mi carrera contra el tiempo para conseguir un nuevo trabajo antes de que se me termine la plata. Mis tardes pijoteras y los descuentos en el super ayudarán bastante.

Sin otro particular, los saludo muy atentamente,

Lic Alejijou.

jueves, 18 de marzo de 2010

Día de mierda!


Me levanté a las 6 de la mañana sabiendo que este día sería decisivo para mis finanzas, mi autoestima, mi viaje, en definitiva. Para aquellos que me leen habitualmente, hoy en Westpac confirmarían quiénes serían los que dejarán de trabajar para el equipo. Las caras de pánico en el pasillo hubieran sido graciosas si yo no hubiese compartido la misma expresión en mi rostro. La mezcla de emociones, los autoconvencimientos de que es un laburo de mierda y que todos los inversores de Westpac se pueden ir a la casa de su abuela (para no mencionar los genialtes de las señoras), pero al mismo tiempo esos dólares semanales que hacen de mis comidas, mi alojamiento, mi viaje, de nuevo, algo decente se esfumarían hasta encontrar algo nuevo, mejor, o no.

Llegué a la oficina a las 8:23 am, me preparé un café, leí el diario y me conecté a la línea para empezar a recibir los molestos llamados de todos los inversores. Había terminado de actualizar 500 perfiles el día anterior, con un tiempo bastante intachable porque trato de no pelotudear y a veces no les hablo a mis compañeros de equipo por horas para no atrasarme con el listado. Me pasaron un nuevo listado, corregí errores anónimamente en el trabajo de otros para que nadie tenga problemas, lo habitual. A medida que las agujas del reloj terminaban su recorrido, la ansiedad crecía cada vez más. “I´m waiting for the bloody mail that´s gonna tell me i´m fired” les dije a los chicos pero nada. Nadie recibía la notificación. Esta semana mi horario de trabajó terminó a las 16:30. Mi supervisora se fue a las 3 de la tarde a una reunión que yo esperaba terminase antes de mi horario de salida para confirmar lo que yo me temía, que era mi último día en Westpac. Sin embargo, la mina no apareció más. Eran las 16:20 pero yo seguía sin noticia alguna. “En diez minutos me voy y se olvidaron de echarme”, les dije a los chicos del pasillo. “Estás a salvo”, me grita uno. Si, claro.

Se hicieron las 16:30, cerré mi computadora, limpié mi equipo, todavía no tenía novedades. El inglés paposo me dijo algo en su idioma que no entendí, le pregunté con una sonrisa nerviosa qué había dicho a lo que aclaró “Cheryl nos dijo a mí y a Devika a las 3 de la tarde que el lunes es nuestro último día, así que no te preocupes”. Situación cómoda! El pibe me estaba confirmando que yo sigo empleado por el banco al decirme que lo echaron a él, los músculos de mi cara estaban luchando contra mis modales. No puedo bailar, reir y festejar que lo echaron a él pero tampoco me sale disimular mi felicidad. Cara de póker, no saber qué decir, una sonrisa acotada “nos vemos el lunes” dije. A los 5 minutos corrí a la posición de mi entrenadora para confirmar la información. SIGO EN CARRERA! JAJAJAJAJAJA.

Ay, qué día de mierda! Pero ahora estoy sonriendo, festejando. De dos reducciones en el equipo del cual soy el único latinoamericano, quedé. Soy la única persona con inglés como segunda lengua y quedé. Uff, qué alivio! No sé si salir esta noche a festejar o dormir temprano para estar fresco el fin de semana. La semana que viene entro todos los días a las 9:30, lo que me permite levantarme más tarde.

Soy feliz.

Alejo.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Uno Cortito


A horas de saber el desenlace del reality show conocido como “tu trabajo en Westpac”, estoy calmo. Lleno de buenas energías enviadas de los rincones más diversos del planeta por una cartera de incondicionales (el tuyo Ger, el más completo, pero vos sos escritor, editor, mago, y todas esas cosas que te diferencian a la hora de enviar mensajes). Por eso, gracias muchas, realmente.

Vino y se fue Saint Patrick´s Day, verde, etílico, trebolesco, como siempre. Tuvo un tinte especial porque a su vez fue la noche despedida de mi querida Elisa quien mañana a las 5 de la mañana tomará un vuelo hacia la isla sur para recorrerla en unos poquísimos días, luego hará lo mismo con Sydney para retornar a su Francia natal en 4 semanas. La reemplazará una chica asiática cuyo nombre todavía no sé. Andrea ya me dio el ultimátum, si no consigue trabajo en las próximas semanas en una empresa que le de sponsorship, volverá a Colombia el 28 de marzo. Esta situación me dejaría viviendo con los personajes que no me banco del departamento, incluído el Dr Hey-Man-How-Are-You-Doing de quien nunca recuerdo el nombre pero estoy empezando a sospechar que se llama así, sería la única razón por la cual no puede parar de decir la misma frase.

Hoy en el NZ Herald leí una nota sobre cómo un hombre que estaba corriendo en una playa en la costa este de los Estados Unidos murió al ser aplastado por una avioneta que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia al dejar de funcionarle el motor. El pobre diablo no pudo escucharla porque estaba conectado con su ipod mientras corría. Amén de lo tragicómico de morir aplastado por una avioneta en la playa, me preguntaba si es un mensaje del universo diciéndome que no es momento de comprarme un ipod. Seguro que alguna asociación de obesos dirá que murió por hacer ejercicio.

Mañana tendré más novedades.

Un abrazo,

Alejijou.

martes, 16 de marzo de 2010

El tiempo dirá.


Volvió internet a mi vida, lento, insoportablemente lento pero está aquí y se lo aprecia amén de su velocidad. Esta vez tengo una novedad importante para contarles ¿Recuerdan que yo empecé a trabajar para Westpac y que les dije que no cuando me ofrecieron la posición permanente con ellos? Bueno, resulta que hicieron un balance del trabajo que mi división tenía; como juzgaron que no hace falta tener a 12 personas en el equipo, decidieron deshacerse de 6, la mitad. Afortunadamente yo no estuve entre esos 6 candidatos que fueron despedidos ayer a la tarde sin más, a través de un mail bastante frío que les indicaba dónde estaba la puerta de salida. Situación cómoda si las hay saludar a la mitad de la gente que trabaja contigo diciendo “hey, bueno, buena suerte, nos veremos por la vida porque yo todavía tengo trabajo pero vos no”. Mientras volvía a casa no pude evitar esgrimir una sonrisa por el halago que significa que me hayan elegido a mí para quedarme por sobre dos ingleses, un neozelandés y tres indios con ciudadanía de Nueva Zelandia. La no tan buena noticia es que hoy mi jefa se nos acercó y nos dijo que bueno, la gerencia decidió deshacerse de dos personas más este viernes. Eso significa que no sé si seguiré teniendo trabajo la semana que viene o no. La gran cagada es que si estuviese seguro que no tengo trabajo la semana que viene, puedo postularme a un trabajo diciendo que estoy disponible a partir del lunes PERO la realidad es que no estoy seguro. Si no me rajan el viernes, mi contrato termina el 1ro de Abril porque no me acepté el trabajo permanente. Me habían ofrecido otra cosa para empezar esta semana pero les tuve que decir que mi contrato termina el 1ro de abril. En fin, el tiempo dirá. Otra cosa buena es que tengo dinero como para estar sin trabajar un tiempo.

El párrafo anterior, como podrán imaginar, es lo que ocupa mi cabeza desde que me dieron la novedad en la oficina. Pensé realmente qué pasaría si finalmente acepto la posición permanente en el banco pero no tengo ni las más remotas ganas. En el peor de los casos, tengo un amigo que me haría la gamba para quedarme en su casa si me quedo sin plata y la segunda opción es tomarme un bus hasta Napier y empezar a trabajar con los chicos en el campo, idea que me agrada tanto como bailar malambo descalzo sobre una tabla llena de clavos. Con lo que me gusta el trabajo manual y estar debajo del sol… Quién sabe, yo siempre fui una persona con suerte, no será la primera vez que me salga algo mejor a último momento o que finalmente echen a otra persona el viernes y toda esta preocupación sea en vano. No obstante, tengo un buen presentimiento con el hotel. Me van a llamar, voy a estar contento trabajando con ellos, todo tiene que pasar esta semana.

El clima lentamente está cambiando. De día la temperatura sigue siendo más que idílica pero a la noche se sienten los vientos otoñales acercándose. También llueve un poquito más seguido de lo habitual pero simples lloviznas molestas que no terminan de arruinar el día. Sólo llueve unos minutitos, generalmente cuando estoy en la oficina para que no se me mojen las camisas. Hasta la lluvia es buena onda en esta ciudad.

Tuve un par de mañanas que se parecieron a la famosa crisis del tercer mes, de la que todos los viajeros nos hablaron. Parece ser que al tercer mes uno tiene una crisis de mamitis terrible que quiere largar todo al diablo y volverse a Buenos Aires cueste lo que cueste. Bueno, en los últimos días, alrededor de las 10 de la mañana me agarra media hora de decir “no me gusta este trabajo, necesito un abrazo, tengo una casa, amigos, familia, una sobrina preciosa allá a lo lejos que por estas necesidades egoístas de ver el mundo me estoy perdiendo” pero me recuerdo que fue mi elección y que es el momento justo en mi vida para hacerlo, que este país es genial, que conocí gente interesantísima. Una de las tardes en las que me sentía solo, un amigo me envió un mensaje de texto preguntándome cómo estaba, a lo que respondí con la verdad “a Little home sick, I need a hug”. Me invitó a cenar y me dio el abrazo más anglosajón e insípido que recuerdo haber recibido. Duró unos 3 segundos luego de los cuales me preguntó ¿mejor? Sí, le dije. Porque por mucha cercanía que tengas con una persona, quedás como el culo al decirle que tiene problemas culturales para dar abrazos como la gente.

Para ser honesto, no extraño Argentina. Es un país maravilloso que tiene muchísimas cosas para ofrecer. Soy un buen embajador de nuestros pagos con los locales, siempre les hablo de las cosas geniales que tiene y trato de no ventilar las cosas que no nos gustan, que no ME gustan. Aún así, no sé si me atrae la idea de volver a vivir en Buenos Aires. Si estas islitas encastradas en las nalgas terrestres no terminan de cautivarme, buscaré otros lares que me distraigan durante un tiempo. Había pensado en España porque es uno de los países que más me gustó en Europa y dicen que hablo el castellano bastante bien aquellos que conocen la lengua pero los muy guachos entran en la peor crisis desde que se murió Franco. Veremos cómo le va a Uruguay o a Brasil en los próximos meses.

No se preocupen, estoy bien, sigo muy sonriente, sigo pensando “wow, NZ está genial” pero también tuve esos momentos que en definitiva son culpa de ustedes por ser maravillosos y haber entrado en mi vida.

Kia Ora!

Lic. ARF

jueves, 11 de marzo de 2010

Aguante Gimnasia de Jujuy.


Tercer día de mi existencia sin internet. A pesar de todo mantengo el buen humor, unos 15 minutos entre que salgo del trabajo y llego a casa para descubrir que mi preciada conexión sigue muerta. Bueno, en realidad lo llevo mejor que eso pero hoy necesité comida chatarra para darle a mis ánimos un pequeño empujón. No es la primera vez que se muere el wifi en mi casa pero la vez pasada, que duró caído dos semanas, yo tenía el tiempo necesario para ir a la biblioteca y a mis dos compañeros de viaje conmigo. Ahora, si bien tengo amigos en la ciudad, ellos tienen sus propias vidas, así que escribir posts es uno de mis entretenimientos. Es bueno para algunos de ustedes porque saben más seguido de mí, para un servidor es bastante choto.

Me corté el pelo. Me quedó mal pero todavía estoy presentable. La gente me dice que está bien pero yo sé que son mentiras blancas. Lo importante es lo de adentro después de todo y mis riñones son muy bellos. Siempre me resultó gracioso que mucha gente cuando te cortás el pelo te pregunta ¿te cortaste el pelo? Generalmente tengo el impulso inicial de decirles: No, no me lo corté pero gracias por tratar cordialmente de generar una conversación sin sentido. Nunca lo hago. Sonrío, asiento con la cabeza, para volver a lo que estaba haciendo. Si a la pregunta le sigue la afirmación “te quedó bien” o, en su defecto “me gusta” me remito a decir “gracias”.

Hoy fue un día temático en el trabajo. Supuestamente teníamos que ir con algo relacionado a los piratas. El miércoles había hablado con Federico sobre cómo algunas empresas hacen demasiado caso a los manuales de RR.HH. de donde salen estas ideas molestas. No tengo nada relacionado con la temática pirata señores, ni me interesa. Fede coincidía conmigo en que es denigrante obligar a un subordinado vestir prendas ridículas un día de semana. Mi solución amarga fue “olvidarme” del asunto. Afortunadamente no fui el único. Me stressaba un poco la idea de llegar a la oficina y ser el único gil sin un parche en un ojo, un sombrero o un loro disecado en mi hombro. Salvo una persona, todos fueron vestidos regularmente. Lo mejor del día fueron los 5 minutos de masajes profesionales. Tal como leen, nos contrataron una masajista que recorría los escritorios. Fue maravilloso.

Mañana viernes es casual Friday, lo que me viene al repelo porque no tengo más camisas planchadas. Así que remerita, jeans, un par de horas de trabajo y FIN DE SEMANA. Me parece que ya les conté que el viernes a la noche comienza Pacifika en Western Springs, un parque muy bonito al lado del zoológico de la ciudad. Tengo bastantes ganas de ir pero temo que la cantidad de gente será, como en el Lantern Festival, un poco molesta. Lo bueno es que voy en tutú. Me lleva Flavio, un amigo italiano que es músico e ingeniero en sistemas. Buena combinación. Al principio me hacía sentir poca cosa hasta que recordé que yo sé putear en guaraní, que tiene el mismo prestigio social que ser pianista profesional e ingeniero en sistema. Por lo menos en mi pequeño mundo.

Tengo una necesidad capitalista-compulsiva de comprarme un Ipod touch ¿para qué? Para tener un ipod touch y mirarlo. Podrán pensar que es innecesario tener un ipod touch pero yo aclaré que es una necesidad capitalista-compulsiva. Este tipo de necesidades no tienen una co-relación con las auténticas razones por las cuales uno desearía comprar un artefacto. Yo me inclino por el touch porque, además de ser un aparatejo para escuchar música, tiene conexión a internet. Entonces yo puedo estar por la vida con el cosito este, entrar a un lugar con wifi, sacarlo de mi bolsitll y reir feliz porque me puedo conectar a internet, ver videos, contestar mails, ver fotos y bueno, eso de escuchar música que es lo que menos me importa. Además es lindo pero por sobre todo, es Mac. Es el único producto Mac que por el momento me podría comprar. Mucha gente me recomienda que me saque un plan de Vodafone por el cual te dan un Iphone gratis. Lo pensé pero el contrato lo tenés que firmar por dos años. Yo no tendría inicialmente ningún inconveniente pero mi visa vence el 27 de diciembre si no me sponsorea el hotel y cambio de status. Entonces, no estoy muy seguro de que la empresa de celulares efectivamente me permita firmar tal contrato. Además me irrita un poco la idea de un teléfono con pantalla táctil. En especial para escribir mensajes de texto. Con el ipod touch tengo todo el tiempo del mundo para jugar, acostumbrarme al sistema y cambiarme a un iphone eventualmente si lo considero prudente.

No se acostumbren a actualizaciones tan seguido, esta semana es muy especial.

Kia ora!

Alejijou.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Hay que venir al sur. Sí, para eso.


Hace poco fue el Lantern Festival de la comunidad China en Auckland. Lo que se hizo fue poner un par de estatuillas hechas de papeles de colores con luces que las iluminan desde adentro en Albert Park, uno de los parques más céntricos de la ciudad, sino el más céntrico. Desde que llegué hace dos meses jamás vi tanta gente amontonada en un mismo sitio. Era molesto, incómodo, masivo. Supongo que una experiencia por demás asiática. Yo llegué al parque el viernes con muchas ganas de comer alguna de las delicias que me habían prometido servirían en los puestos de comida, pero las filas para poder comprar alguna tontería con sobreprecio eran tan largas que me la aguanté y terminé comiendo noodles en mi casa dos horas más tarde. Te vendían gorros chinos y con Ian, un amigo de por aquí, nos anotábamos en todas las cosas que prometían algo gratis. Así, terminé con una lapicera de Hong Kong, Ian con un globo de Shangai y ambos con postales de China toda que luego terminé tirando porque no me servían para nada.

El día anterior había recibido mi primer sueldo jugoso del banco (sí, la historia tiene un par de semanas de retraso) pero, contrario a mis suposiciones, al depósito que hicieron en mi cuenta le faltaba bastante dinero, importante dinero. Yo llegué a casa y empecé a hacer cálculos. Que tantos dólares la hora por tantas horas menos la media hora de almuerzo que no es paga, más el 8% de las vacaciones que no me voy a tomar pero que me las tienen que pagar igual. Alguien acá me está cagando, pensé. En ese momento se hizo la luz y, como por esos días yo todavía tenía internet (no como ahora, Teresa, compadre, la boina de tu madre. La Tere es quien tenía que arreglar el problema de internet hoy pero no lo hizo) me metí en la página de Inland Revenue para utilizar la famosa calculadora que yo le digo a mis clientes del banco que utilicen si tienen alguna duda sobre el porcentaje de impuestos que se les descuenta de sus inversiones. Me metí, puse mi salario por hora, la cantidad de horas que trabajo por semana y me devolvió una cantidad similar a la que me habían depositado. El gobierno de Nueva Zelanda me está chupando la sangre con lo que pago de impuestos. No tengo salud gratuita (pagué 700 dólares un seguro médico porque acá no tengo derecho a ir a un hospital), ni educación gratuita pero me sacan una buena parte de derecho de piso. Cuando le comenté cuán indignado estaba yo con el porcentaje de impuestos que pago para que la fucking ciudad no tenga suficientes carteles alrededor, Ian me contestó: Gracias, por gente como vos que paga impuestos sin recibir nada a cambio, un estudiante puede tener un allowance por mes y le podemos pagar el parto a una ciudadana más. Genial, pensé. Eso es reconfortante. Lo bueno, es que ahora pienso que todo es mío. Como pago mis impuestos y de mis impuestos se pagan otras cosas, en definitiva, todo es mío.

Hoy, como tenía el presentimiento de que internet no iba a funcionar cuando volviese de la oficina, me dirigí a la biblioteca de la ciudad. Ese edificio tan lindo que quiero tanto y el único lugar donde encontrás wifi realmente gratis gratis. Aunque enrealidad no es gratis, porque también lo pago con mis impuestos. Me conecté un rato para sentirme parte de la civilización occidental adicta a la televisión e internet, subí el post que colgué ayer, chateé un ratito con los chicos, mandé algunas aclaraciones por facebook y ya. Tenía hambre, lo que me llevó a casa nuevamente para cocinar algo, llamar a los chicos, escribir este segundo post. Mañana debería lavar ropa, lo vengo postergando toda la semana porque después de lavar la ropa, también tengo que planchar camisas, que es la parte más fea de ser mi propio doméstico. De todas formas soy muy buen patrón además de doméstico, entonces, cuando termino de lavar la ropa o de planchar lo que tengo que planchar, me doy un gustito con algún chocolate o una coca. Como para que yo mismo no me haga una sentada un día de estos y termine sin ropa interior limpia por la auto huelga.

Hoy termino el post con una frase muy profunda “qué se puede esperar de un burro más que una patada”. Piénsenlo. Gracias Moria!


Kia Ora!

Alejijou.

martes, 9 de marzo de 2010

Que me desesperas


Por decimoquinta vez desde que vivo en esta casa, se jodió la conexión a internet. Lo que es un poco agobiante teniendo en cuenta que no tengo tv y mis amigos están cansados como para salir a caminar. La buena noticia es que es una excusa perfecta para sentarme a pensar en lo que hice los últimos días para compartirlo con ustedes.

Auckland no es realmente una ciudad, a mi entender, sino una aglomeración de pequeños pueblitos que funcionan uno atado al otro, con sus mini centros comerciales, sus negocios pequeños y una especie de micro ciudad justo al lado del mar donde se concentran los pocos edificios de las grandes compañías y es el hogar de la comunidad asiática, entre algún que otro kiwi rebelde que ha decidido decirle NO a la tradición de la casa para mudarse a un departamento citadino. Entre todos esos pueblitos, encastrado debajo de un par de asiáticos, al lado de una francesa, dos colombianas, una chilena y los protagonistas de “Desde Rusia con amor” vivo yo, el chaqueño no palavecino. Quién tiene que soportar algún que otro malentendido transcultural en su convivencia pacífica con los antes mencionados personajes.

El domingo pasado, Malcolm, el dueño de mi departamento, hizo una invitación extensiva a todos sus inquilinos para pasar un día navegando en su velero. Me pareció una genial idea para finalmente hacer algo con el fantasmal color que guardo debajo de la remera, por lo que accedí de inmediato. Pero, resulta que no contaba con la maldad de mi hígado, que por mucho que se quiso hacer el anglosajón ingiriendo cantidades de vodka que un local usaría para cenar, me recordó que no soy un bebedor nato y mucho menos de bebidas con 7% de graduación alcohólica. Después de pasar 45 minutos abrazado al inodoro de mi casa, es una lección que no olvidaré fácilmente. Así terminó la noche del viernes. Imagen patética si las hay a la 1:30 de la mañana. Sí, el horario en el que en Buenos Aires estaría comenzando la previa, yo estaba maldiciendo el Ruso hijo de puta que inventó el vodka y al yanqui mal parido que me vendió cuatro botellas de smirnoff ice a doce dólares. Es una característica mía buscar la culpa en los demás.

El sábado, luego de la cena con Martín y Andre (buscar posts viejos para entender de quiénes hablo), los chicos me invitaron a “tomar algo” por ahí. Después de la experiencia de la noche anterior, me limité a pedir jugo de arándano sin hielo unas dos veces e irme a la cama a eso de la medianoche, pensando que el buen sueño me dejaría fesquísimo para la navegación programada. Sucedió que la cena me cayó también pesada y fue la excusa perfecta para no navegar, dormir mucho, darme cariño, etc, etc. No obstante, la historia no termina ahí. Dicen los sabios proverbios que no hay mal que por bien no venga ¿Cierto? Nada más certero. Al otro día me enteré que el motor del velero se rompió estando en alta mal y tuvieron que valerse solamente de las velas para pode regresar a tierra firme, después de 3 horas de meta tire y empuje de las sogas que se utilizan para captar la dirección del viento y de la sensación de que deberían pasar la noche en altamar. Cosa que yo, a unas pocas semanas de haber comenzado mi trabajo, no me puedo permitir.

En el trabajo, las cosas van mejorando. Cada día lo odio un poquito menos. Casi casi que sólo me molesta. Pero no debería quejarme debido a la naturaleza del mismo y las posibilidades que me dará. De hecho, hoy me ofrecieron quedarme permanentemente trabajando para el banco. Lo ofrecieron para todos los miembros de mi equipo pero, contrario a los consejos de Martín, dije que no. Muchos pensarán que estoy del tomate por rechazar una propuesta laboral permanente del segundo banco más grande del país. Posiblemente estoy un poco loco ¿acaso importa? El principal motivo por el que dije que no es que no me gusta lo que hago con las Prescribed Investor Rates. El trabajo que me ofrecieron tiene que ver con tarjetas de crédito, no tiene francos fijos los fines de semana, etc. Yo pensaba para mis adentros mientras leía la propuesta, cómo me sentiría un domingo a las dos de la tarde tratando de hacerle entender a un kiwi de Hastings que no se puede subir el límite de sus compras o pedirle perdón a una jubilada de Wellington porque le cobraron mal una promoción de Visa. El NO, GRACIAS vino solito después del razonamiento.

Hoy salí de trabajar a las 17:35, tenía un mensaje en el celular de otra agencia de empleos con la que ya me entrevisté que me preguntaba cuándo terminaba mi contrato con Westpac porque me querían por unos meses en Vodafone, una empresa de celulares muy popular por estos lares. En ese momento supe que tomé la decisión correcta. Además, a eso de las 8 de la noche, le mandé un mensaje a uno de mis contactos en el Hyatt para que le recuerde a Catherine, la manager de RRHH del hotel, con quien tuve una fructífera entrevista telefónica, que pronto termina mi contrato con el banco y estaré disponible para servirle.

Hubo varias otras cosas en estos días pero estoy en el límite de las palabras que me permito por post, para que la lectura no se haga pesada.

Las fotos, vaya uno a saber qué subiré cuando vuelva internet.

Kia Ora,

Lic Alejijou.