domingo, 28 de febrero de 2010

La ola que no llegó. Sin ofender.


El 27 de febrero a las 7 de la mañana cumplí dos meses en Nueva Zelandia. Parece muy poco en algunos aspectos y muchísimo en otros. Estoy muy orgulloso de poder moverme con relativa soltura por las calles de la ciudad, no asombrarme cuando veo gente vestida en forma elegante mientras calzan jandals, y saber exactamente en qué puntos de Queen Street se juntan los testigos de Jehová para evitarlos. Por sobre todas las cosas, estoy contento con mi elección de país, amén de las amenazas de tsunamis y los terremotos bastante habituales en las dos islas.

Pensaba hacer un balance de mi tiempo en el culito del mundo pero es demasiado pronto para ello. En principio, tengo que estar contento por tener un trabajo bastante bueno, aunque no sea lo que realmente me gusta, flatmates copados la mayoría del tiempo, mis 24 años y la suficiente soledad como para hacer lo que se me antoje con la compañía indispensable cuando realmente la necesito. Por sobre todas las cosas, tengo ese sentimiento de que realmente no estoy tan lejos.

El fin de semana ayudé a Robbie a mudarse de depto. Hubieron varios lapsos en los que pensaba “quién carajo me manda a decirle que sí a este kiwi que tiene más muebles que el Café Tortoni, cuando hay un solazo que raja la tierra y yo podría estar tirado panza arriba en la playa rascándome hasta tener psoriasis “. Pero bueno, siempre es positivo que te deban favores y no ser uno el que los debe. Haberme cagado de tal forma el fin de semana moviendo cajas me sirvió para ahorrar mucha plata porque no pude salir ni viernes ni sábado. Robbie nos invitó a todos los asistentes a cenar, gracias a lo cual no tuve que pagar mi cena, ni mi almuerzo al otro día; también a cargo del anfitrión.

Llegó Marzo y con él las llamadas a Westpac para cambiar la tarifa de impuestos que se paga por las inversiones, se duplicaron. Hoy comencé a trabajar a las 8:30 de la mañana, casi casi llego tarde, pero no contaban con mi caminar ligero a contratiempo las calles de la ciudad. 8:27 estaba subiendo al ascensor, 8:29 sentado en mi escritorio prendiendo la computadora mientras la gritaba a Farisha “no me traés un flat White?”. I did it. Sobreviví una semana y media este trabajo. Incluso diría que casi estoy empezando a entenderle al inglés paposo que se sienta al lado mío. Supuestamente este contrato se termina en abril y en mayo comenzaría a trabajar para el Hyatt en la recepción, pero debo ponerme en contacto con ellos para que no se olviden cuánto me quieren y me necesitan. Al fin y al cabo la gente suele creer que yo hablo no se cuántos idiomas porque pronuncio bonito 3 o 4 oraciones. Si consigo que esas 3 o 4 oraciones tengan vocabulario hotelero, estoy listo. En definitva, decir “single, double, multiple room” en francés o alemán no es tan difícil, tendré que investigar en japonés y portu pero tengo gente que me puede ayudar con eso (guiño, guiño, vosotros sabéis quiénes sois).

Con respecto a la amenaza de Tsunami por el terremoto en chile. Realmente son impresionantes las imágenes que ví y si tienen algún amigo y\o familiar que fue afectado, lo siento muchísimo pero acá nadie le dio pelota. Algunos simplemente no fueron a la playa y listo. Hasta hubo chistes al respecto en algunos diarios. Resulta que acá hay 3 empresas de celulares, Telecom New Zealand (sin relación con la compañía franco-italo-argentina), Vodaphone y 2Degrees (estos últimos unos bastardos por no haberme contratado como Entrenador de sus equipos de atención al cliente a pesar de ser claramente el candidato mejor preparado para el rol). Telecom lanzó hace unos meses una nueva red que se llam XT que parece ser la peor porquería de la historia y miles y miles de usuarios se quedan sin señal cada 3 segundos. Hoy ví una gráfica que decía “El tsunami tiene más cobertura que la red de XT”. No obstante, para que sus corazones tengan ritmos normales, yo vivo en la parte más alta de la ciudad, a 20 minutos del waterfront colina arriba, en un 8vo piso. Hubiese mirado por la ventana si el tsunami llegaba, estando completamente sano y salvo. El edificio donde trabajo seguramente hubiese quedado bajo el agua y yo no podría subsistir sin mi sueldito, pero bueno, nada que con ojitos de cachorro muerto de hambre no se pueda solucionar.

Les dejo los más exóticos saludos maoríes.

Kia ora!

Alejín.

martes, 23 de febrero de 2010

Palabras más, palabras menos.




Son las 11:29 de la noche del lunes en Auckland. No tengo sueño porque dormí una siesta revitalizante cuando llegué de trabajar por lo que decidí ir a dar una vuelta. No puedo hablar con los chicos porque se levantarán muy temprano mañana y deben estar en el quinto sueño, saludando a Silvita y sus recomendaciones sobre el seguro médico (para entender este último comentario se deben leer los blogs de mis compañeros de viaje).Llegué a casa y había un tailandés durmiendo en uno de los sillones de la recepción ¿Por qué? No tengo idea. No me interesa demasiado mientras no vuelva a prender las luces que iluminan mi cuarto porque esta noche les juro que lo mato. El flaco me saluda 5 veces por día diciendo “hey man, how are you doing” con falso acento yanqui aprendido de Lost o Friends. Pasen 5 minutos o tres días desde la última vez que nos vemos, el pibe se pone en automático “hey man, how are you doing?”. Ando bien, como hace 5 minutos. No pasó nada que cambie mi estado de ánimo en los últimos segundos desde la última vez que me saludaste con la misma frase Joeyesca de levante que me pone un poco nervioso. Elisa, la francesa y Andrea, la colombiana, lo odian.

En la oficina el día estuvo demasiado tranquilo. Preocupantemente tranquilo. Yo me siento al lado de un londinense que habla con una papa en la boca y le entiendo la mitad de lo que dice. Lo bueno es que el resto del grupo le entiende aún menos. Las primeras veces me molestaba en preguntarle qué coños había dicho, ahora simplemente muevo la cabeza y sonrío y si noto una tonalidad interrogativa, respondo cualquier cosa relacionada al trabajo. El falco debe pensar que estoy loco pero no afecta mi salario lo que él piense. Mis amiguitos de la oficina son Farisha, originaria de Fiji, Yanishi, de Malasia y Paul, de Manchester. Fletcher que es Neozelandés también es copado pero se corta solo un poco. En Nueva Zelanda es ilegal preguntar la edad de un candidato a un trabajo, entonces, las edades varían muchísimo en el grupo . Los más jóvenes somos Matt, un yanqui de Vermont, Ross, el londinense papa-en-la-boca y yo. Todos los demás son más grandes. Lizzie, que es una señora que labura para el mismo team pero en otra sección tiene cerca de 70 años y una Hija de mi 35 viviendo en Londres.

Este fin de semana voy a ayudar a un amigo a mudarse y seguramente el viernes salga a comer con el Tío Martín. El sábado, por el año nuevo chino, que realmente fue la semana pasada, habrá un festival de luces en Albert Park (un volcán que convirtieron en parque a unas cuadras de casa).

Bueno, me tengo que ir a dormir así que trataré de escribir el jueves nuevamente para volver a darle ritmo a esta cosa.

Eso lo había escrito el lunes mientras no podía dormir, pero al tratar de subirlo al blog, la conexión estaba muy lenta por lo que me dio sueño y lo dejé para otro día. Hoy es miércoles y lo estoy subiendo. El martes el laburo estuvo un poquito más movidito pero hoy volvimos a caer en casi no hacer nada, salvo 5 minutos antes de irme, que me cayó una llamada de un matrimonio de 60 años que querían que les modifique el porcentaje de los impuestos que pagan por las ganancias de un fondo de inversión que se llama Kiwisaver. Lo hice y me fui 10 minutos después de mi horario de salida.

Hoy iba a salir porque me dijeron que había una fiesta bastante copada pero cuando llegué a casa, después de ordenar un poco el quilombo de mi habitación y hacerme la cena, la verdad, no tengo ganas de salir y dormir menos de 8 horas. Necesito mis ocho horas para estar tan lindo como pueden ver en las fotos.

No tengo idea qué fotos voy a subir a esta altura, el orden de las mimas en mi pc supongo que será un factor decisivo.

Saludos felices! Chocolates!

Kia Ora!

Alejín.

domingo, 21 de febrero de 2010

Alto ahí! Suelte ese papel higiénico.




Después de una semana de querer ir a la playa para emparejar el color, de que estuviese nublado casi todos los días, hoy, que sí había sol, no fui. No tenía ganas de tomarme el colectivo hasta Takapuna o Mission Bay. Parece ser que es cierto que la playa tan cerca pierde un poco su espectacularidad. El sábado había quedado con Tomás (el chileno del que les hablé) en ir, pero afortunadamente él decidió ir a Goat Island con la gente con la que vive y me liberó del plan. Fue particularmente lindo recibir los mails de Dalpiz y Ger con 20 minutos de diferencia, mientras escuchaba temas de 20 centímetros que Ger me mandó por facebook.

Paréntesis - Chocolates! Jajaja te acordás de ese saludo y de la risa A JA JA JAY? – teníamos 16 años, vos una cuenta movi y el celular que Susan te prestaba los fines de semana pero nos cagaba a pedos si te llamábamos en la semana. Todos tus mails los firmabas con Chocolates. Ese mismo año, en el cuarto de servicio de la casa de Fapiz, que servía a su vez del escritorio privado del ahora Prof Piemonte, apareció una preciosura con la que empecé a hablar sobre cine clásico. Unos meses más tarde, cuando empecé a estudiar alemán en Feedback, me invitó a cenar a su casa con su mamá, a la vuelta del instituto. Como no sabía si la invitación incluía cena, yo me dí una vuelta por el Burger King de Triunvirato y Noemí, la mamá de Dalpiz, casi me mata porque había cocinado especialmente porque tenían visitas. Después de esa noche era casi cita obligada después de tener clases con Betina. Esas reuniones también fueron cursos acelerados del sociolecto que en parte había aprendido de vos, Ger, en las tardes del Mcdonald´s de Junín y Sta Fe, que realmente no queda en Junín y Sta fe pero siempre dijimos esas calles. ¿De quién había sido la idea de juntarse los domingos en ese Mc? Pasábamos horas charlando de absolutamente nada relevante, peleándonos, comiendo chocolinas que traías con alguna coca que comprábamos ahí. Desfilaron tantos personajes por esas tardes ¿Joroba llegó a ir al Mc? En fin, recuerdos que se me vinieron a la mente con sus dos mails.

Anoche salí, para variar. Tenía una fiesta de la que me habían hablado muy bien en Ponsonby Road pero cuando llegamos no había nadie. Entramos al lugar, espiamos la cantidad de gente, vimos que era un bodrio y nos mandamos a mudar. Lo bueno es que nos ahorramos los 5 dólares que salía porque no había nadie en la puerta. Yo le dije a Tomás que si llegaba a pagar los 5 dólares, me quedaba al menos una hora para amortiguar. Al menos para gastarles el piso con zapateo americano.

Cuando fuimos al bar/club de siempre, nos encontramos con Jonathan, un venezolano que está en Nueva Zelanda aprendiendo inglés que tiene un amigo argentino que se llama Jorge y yo estaba con Tomás, de Chile. Recuerdan que yo les dije que generalmente huyo de los latinoamericanos por estos lares? Bueno, aparentemente es imposible! Tengo que cambiar de bar urgente. Lo malo es que soy demasiado educado como para simplemente desaparecer y si me dan charla, mis modales me obligan a contestar y hasta hacer preguntas. Creo que mi cara de culo se mezcló un poco en algún momento de la noche porque todos los latinos de pronto desaparecieron. Todos me miran torcido cuando digo que escapo de los sudamericanos pero no es snobismo, es simplemente que no me fui a 16 mil kilómetros para rodearme de gente que podría haber conocido allá. Ojo, hay muchísimos que son copados, como Andrea, la colombiana con la que vivo, el hermano de Mido con el que seguramente voy a trabajar, Tomás incluso, etc. Lo curioso es que hablo en inglés con todos los hispanos que me caen bien. Debe ser ese el factor determinante de mi intolerancia.

Recuerda que les conté algunos posts atrás que nosotros en el flat no compartimos el papel higiénico sino que cada uno lleva el suyo al baño de acuerdo a la necesidad de uso que tenga. Bueno, yo me que hacía el vivo diciendo que le pude usar el papel higiénico a otras personas, esta semana me olvidé dos veces MI papel higiénico en el baño, las dos veces me lo usaron en cantidad. Yo creo que el ruso que tiene la habitación enfrente a la mía espera que yo salga del baño, se fija si me olvidé el papel y me lo usa a propósito.

Sin otra cosa que contar, les dejo los habituales saludos maoríes.

Kia Ora,

Alejín.

jueves, 18 de febrero de 2010

Asentándose





Vengo atrasadísimo con esto del Blog. Mil disculpas a familiares y amigos que han mandado mails y a quiénes no les he respondido. No es falta de afecto, es falta de tiempo online. No significa que no tenga tiempo, sino que lo uso en otras cosas y bueno, ustedes saben.

Primero les voy a contar lo que todos quieren saber: empecé a trabajar el jueves 18 de febrero en Westpac. Bueno, para ser completamente justo, empecé el training para trabajar en Westpac ese día pero el trabajo real comienza el próximo lunes a las 9 de la mañana hora de Nueva Zelanda. La parte buena es que para fines salariales, empecé a trabajar ya el jueves pasado. Eso significa, nada más y nada menos que se han terminado mis largos meses de ocio total y absoluto.

Entramos un total de 12 personas, en su gran mayoría oriundos de la India. Hay una chica de Malasia, dos ingleses, una chica de Fiji, dos Neozelandeses y yo, from the Republic of Chaco, como me gusta decirles y aclaro It´s a small English protectorade in South America. Con el nulo conocimiento de la geografía de nuestro querido subcontinente, la gran mayoría se lo cree. La broma se termina cuando hay que mostrar el pasaporte pero yo por mis adentros me río igual. Entonces, resumiendo: la gente genial, el trabajo es bastante tonto y se paga bien, visto de traje y estoy en un edificio de última generación con aire acondicionado. No me puedo quejar.

Los chicos también consiguieron trabajo el mismo día, en Napier. Ellos están trabajando en el campo colocando unas bolsas que reflejan el sol para que los frutos de los manzanos sean más dulces, rojos y los paguemos más caros nosotros los probres infelices que vivimos en la ciudad. Según la última comunicación que tuve con ellos no estaban “saltando en una pata” por el tipo de laburo pero es más o menos lo que se tiene que esperar si te vas de la gran ciudad.

En la última semana de libertad, conocí a Kira, una alemana que me mandaron los chicos para que saque a pasear en Auckland. A los chicos les divierte mandarme extranjeros para que yo saque a pasear. Una semana antes de Kira, me mandaron a Tomás, de Chile, que adopté como un amigo. Kira es muy copada también. Bueno, para ser completamente justos, de nuevo, no sólo es copada, sino que tiene auto. Yo no soy ni lento ni perezoso así que me colé en un viaje hacia el norte de Auckland al segundo día de conocerla. Fuimos recorriendo pueblitos, comimos Lasagna casera (hecha por ella), hablamos un montón, tomamos sol, llegamos a Goat Island entre pequeños chaparrones y oasis de sol en el cielo. Vimos la naturaleza, adoramos estar en el culito del mundo y lo repetimos cada 5 minutos.

Prometo más historias pronto. SI no las vivo, las inventaré.

Ahora las fotos:

No necesariamente en este orden:

Arcoíris en northland.

Yo con cara de pancho en mi habitación.

Playa en goat island

Alguna más que no programé todavía.

lunes, 8 de febrero de 2010

Lo prometido es deuda.


Mientras terminaba de comer mis huevos revueltos con tocino y un par de tostadas, empecé a recordar cosas que prometí contarles. Particularmente sobre la despedida de los chicos y su viaje a Napier, en la empedrada bahía de Hawke. Ellos se fueron porque no habían tenido suerte, a su entender, en la búsqueda de trabajo en Auckland. A pesar de haber tenido un par de buenas experiencias en la industria de la hospitalidad, el teléfono seguía sin sonar y los sueños de una vida citadina para los tres hermanos Lambfucker (así es como nos gusta llamarnos entre nosotros) se desvanecían. Ni lentos ni perezosos, ante la negativa de los empleadores de la ciudad, los chicos festejaron mi cumpleaños y partieron en busca del fruto prohibido: a recolectar manzanas.

Fue grata la sorpresa, anecdótica y cruel, pues, una hora antes de partir para las costas bravas, el teléfono sonó, ofreciéndoles trabajo. Decidieron partir de todas formas en lo que sería el viaje más largo de la historia. Ustedes imaginen que Napier está, para ser gaucho, a la distancia de Mar del Plata. Si uno piensa desde la perspectiva de Dios, osea, calculando desde Buenos Aires. Pero mis compañeros de viaje no contaban con el descaro de quien sin haberse lavado los pies, se sacó los zapatos en un vehículo con las ventanas cerradas. Ni muchos menos con el resfrío de un motor viejo que estornudaba cada tantos kilómetros. Pulmonía debería decir ya que cada estornudo o ataque de tos obligaba al conductor a parar, convirtiendo el alegre viaje de sólo 6 horas en un parto natural de 15.

Mientras tanto, yo, en casa, recibía las novedades cada tantas horas. Agradecía en silencio a Madison recruitment, a mis ex jefes por las referencias y a Westpac por haberme elegido para ser uno de los esclavos asalariados a sólo 20 minutos de distancia de donde vivo. Las únicas molestias, que se pueden atribuir a mi completa falta de tolerancia, son los ruidos a las 12 de la noche que hacen los 50 brasileños con los que vivo. En realidad son 3 pero chupan por 30 y gritan por 20. Yo no seré Profesor de matemáticas pero la poca que recuerdo me da un total de 50. Amén de esta latinidad invasiva en lo que solía ser un flat ameno, tranquilo, asiático, si se quiere, tengo mis pequeñas grandes alegrías. Hoy, por ejemplo, alguno de mis ruidosos flatmates olvidó el papel higiénico en el baño. Nosotros, por desorganización o mezquindad, todavía no lo tengo resuelto, no compartimos el papel. Cada uno tiene su rollo y por delatador que sea caminar con el rollo de papel higiénico en la mano, lo llevamos y traemos de acuerdo a los regalitos que depositemos en el inodoro. Entonces, siempre es una pequeña alegría, por zonzo y grasa que suene, limpiarse el culo con el papel de otro. Yo haría una equivalencia con esa papa frita que alguna vez robamos en un restaurant de comida rápida una vez que nos terminamos las nuestras.

El otro día mi mamá me decía, mientras chateábamos con la cámara encendida, qué difícil debe haber sido para su bisabuela tener a todos sus hijos a dos meses en barco, con la única posibilidad de mandar una carta y que llegue cuando suceda. Ella, hoy, me comentó que mi hermana estaba nerviosa por una situación que no viene al caso por lo que la llamé por teléfono. Mi mamá estaba en Resistencia, mi hermana en Buenos Aires, yo en Auckland y mi mamá me gritaba desde el msn: decile tal cosa, mientras mi hermana me decía al teléfono: ya la escuché. Mi familia gusta de hacer complicadas las comunicaciones y me usan de traductor, desde el otro lado del mundo, para lo que sería una conversación interprovincial. Pero todo se siente tan cerca cuando hacemos eso. Debe ser la principal razón por la cual no extraño. Eso y que soy un cubito de hielo.

Eso sí, para ser completamente honestos: el otro día vi a una pareja de unos 30 años casi tan agradables como mi hermano y mi cuñada, que tenía una hija casi tan linda como Mori y me dieron un poquito de ganas de tenerla conmigo un rato para hacerle esas preguntas oligofrénicas que siempre les hacemos a los chicos que están empezando a hablar y cuyas respuestas siempre nos llenan de orgullo porque, en definitiva, mi sobrina es una genia.

Les dejo un saludo Maorí.

Kia Ora!

Vuestro Alejijou.

viernes, 5 de febrero de 2010

Mientras tanto, miro la vida pasar. Luce bien y lleva sombrero.


Un lunes 3 de Febrero, en la ciudad de Resistencia, en la clínica Antártida Argentina, para ser extremadamente precisos, a eso de las 7:50 de la mañana; llegaba al mundo un servidor, yours truelly o como prefieran. No es un dato menor, pues, ustedes, mis queridos lectores, tienen calendarios y resulta ser que por esto de las coincidencias en las vueltas al sol que da el planeta tierra, hace muy poquito se cumplieron 24 años desde ese lunes 3 de febrero de 1986. Día democrático en Argentina, aniversario de batallas importantes y, claro, mi cumpleaños.

Dicen las malas lenguas astrológicas que cuando uno cumple años en un lugar distinto al que nació, es como un nuevo renacer. Los planetas que marcan las características de la personalidad cambian para convertirte en una persona distinta, siempre desde la estricta teoría astrológica de la que soy tan conocedor como de medicina tradicional zulú, claro.

Muchos años después de haber nacido ese pequeño Alejandro Roman, nos encontramos con un Licenciado Alejandro Roman-Fuster, por mérito de nadie más que propio lidiando con – primero – las dificultades académicas que conlleva el poder autodenominarme Licenciado y –segundo – la muy querida burocracia argentina, nacional y popular que hizo que un trámite tan estúpido como la adición del apellido materno se vuelva una pesadilla de tres años de duración. A todos aquellos que durante meses me preguntaban el por qué de la insistencia con ese cambio, les respondí y respondo: lo hice porque se me cantó, porque está en la ley de nombres la posibilidad y ¿por qué no? En definitiva está en uno alborotarse con la estupidez que se le cante.

Retomando el tema de mi cumpleaños, tengo que decir GRACIAS a todos. A los que leen este pequeño diario online y a los que no les interesa. Estuvo muy bueno recibir tantos mensajes de tantos lugares tan lejanos y poder compartir mi felicidad con mis amiguitos allá a los lejos. De hecho, mis queridos flat mates y particularmente Elisa, una francesa con la que vivo, hizo de mi cumpleaños una especie de mesa de la ONU de la que participaron una suiza, una holandesa, un israelí, un estado unidense, un sudafricano, un par de argentinos y ella, claro, como dije antes, francesa.

Jarred, una especie de amigo local, insistió con ser mi financista toda la noche y no paró de comprarme alcohol bajo la supervisión de Federico, el catador oficial de todo lo que yo bebía. Pueden imaginar el estado en el que volví a casa. Para quienes no lo saben, yo, al igual que mi papá y mi mamá, no soy justamente lo que se dice un “heavy drinker” es decir, con dos cervezas ya estoy completamente del tomate porque no suelo tomar demasiado. Ahora, apelo a su imaginación para evitar frases gráficas. Les aseguro que no me hubiese gustado ser el hombre de la limpieza el día posterior.

Suficiente con el cumpleaños. Ahora tengo que tirarles la buena nueva ¿Recuerdan como me regocijaba al recordales que no tengo trabajo y que mi parte italiana y seguramente mi parte judía, nunca oficializada pero presente, le gustaba hacerse la víctima al respecto? Bueno, la voy a tener que cortar. El 17 de febrero empiezo a trabajar en Western Pacific o Westpac, el segundo banco más grande de Nueva Zelandia. (tener en cuenta que cada vez que cuento esto bailo, imagínenme bailando el ukelele cuando digo que voy a laburar para westpac y estarán en lo cierto). Así que bueno, tengo trabajo pero… no tengo a mis amigos conmigo.

Fabio y Federico me han dejado solo en Auckland. No realmente solo porque yo tengo al tío Martín en la ciudad y a la gente que fuimos conociendo, mi cararrotez absoluta, etc, etc, etc. Pero sí, me encuentro en una ciudad desconocida en una situación desconocida que quizá es lo que vengo buscando desde que dejé Argentina. Estar solo en un país nuevo, todo es posibilidad. Lo de cararrotez lo vengo trabajando con bastante astucia. El otro día, me llamaron del banco donde tengo abierta mi cuenta – se llama ANZ- para verificar si estaba contento con el servicio, recordarme que tengo algunos descuentos, posibilidad de verificar mi saldo gratis por teléfono, etc. Cuando la chica muy simpática al otro lado del teléfono me preguntó si tenía trabajo, yo, como un Dandi le dije: NO, ¿ustedes están buscando gente? Eso resultó en mi currículum siendo enviado por mail al departamento de recursos humanos del banco, que me mandó el día de hoy un mail diciendo que me tienen en cuenta para las futuras búsquedas.

Jijiji, los dejo con un poquito de ganas de más pero les juro que tengo un post super jugoso para la próxima con la anécdota de quién lo llamó a Federico una hora antes de subirse al bus que lo llevaría a Napier y la cantidad de horas que tuvieron que viajar.

Les dejo los más afectuosos saludos Maoríes,

Yo, Alejito.

lunes, 1 de febrero de 2010

Si Mahoma no va a la montaña


Si Mahoma no va a la montaña, ¿la montaña va a Mahoma? llevo algunos días preguntándomelo. Al menos con esto de buscar trabajo. ¿Y si lo que tengo que hacer es simplemente ir a la playa y disfrutar que aquí la gente sí nota cuando me bronceo? Mientras, los empleadores tendrán tiempo de resolver en sus cabezas cuán importante soy para cualquier negocio. Quién no necesita un Alejito por ahí. Vamos…

A no infartarse, mi desesperación es más teatral que otra cosa. Esta semana, sin embargo, le he puesto muchas pilas a la caza de trabajo. ¡A mentir si hace falta! esto es el poker de las working holidays, menos holidays y más working para que podamos tener más holidays lueguito. Yo recuerdo la instrucción que me dio mi hermana antes de salir de Ezeiza “ mirá que en diciembre estoy por allá y no pienso poner un mango.” Así que este currículum lo mando por vos, hermana, yo estaba contento cagándome de hambre pero alguien te tiene que pagar las vacaciones en el pacífico sur. Es algo hasta higiénico, legal, humano, derecho. (sí, mi humor es negro y políticamente incorrecto pero por algo están leyendo este post).

Qué les puedo contar. Realmente, es una pregunta a mis compañeros de viaje que me miran con incógnita y me tiran algunos tips, nos reimos pero ni loco voy a contar ESO en mi blog.

Ah, ya sé. El otro día tuvimos una noche bajón. De esas que te dejan pensando y filosofando un poco sobre tu situación en la vida, las relaciones humanas, tu grupo de amigos… Todo empezó con la segunda cerveza. A Fede se le ocurrió que cada uno de nosotros digamos algo sobre el grupo, nosotros tres más las chicas. Un aspecto positivo y un aspecto negativo. Las hicimos mierda… jajaja. Mentira! Justamente de esa charla surgió una idea que llevo un tiempo analizando en mi cabeza. Tiene que ver con el porcentaje de conocimiento que tiene la gente sobre mí. Fede dijo que uno de mis aspectos negativos es que nunca está seguro dónde empieza el personaje y termina la persona. Lo escuché, mastiqué un poco y me dí cuenta que hay tan poca gente que me conoce. Creo que justamente el grupo de los 6 más Germán, Juan y José son las personas que más me conocen pero desayunarme que Fede me diga eso, fuerte.

El grupo de los 6 son mis amigos forzados. Yo tengo amigos enfermos, amigos forzados y amigos normales. Los forzados son justamente Fabio, Fede, Laura, Lila y Carola. Últimamente con una participación especial de Paula también pero estrictamente hablando son las personas antes mencionadas. Somos forzados porque a pesar de nuestras diferencias llevamos 8 años de amistad, no fuimos al colegio juntos (aunque fabio, laura y lila sí) ni estudiamos lo mismo, ni siquiera trabajamos juntos pero aún así es como si fuéramos familia. Nos queremos matar a veces pero llegamos a un estadío de la amistad donde no importa si nos caemos bien o no, ya fue.

Mis amigos enfermos también conocidos como la pesadilla de toda bandeja de entrada son La Licenciada, La Arquitecta, El Brujo, El Hada, Pubertad, B11, La Desfallecienda; con participaciones especiales de sus novias y sus novios de tanto en tanto que hacen un esfuerzo sobrehumano para entender los códigos que se mantuvieron durante años y un tal fufú vino a romper aquella noche de los museos (este párrafo no tiene sentido si no sos un enfermo).

Los normales no son tan normales pero al momento de su clasificación no quedaba mejor nombre disponible. Esencialmente el resto, incluyendo con sus reconocimientos especiales por la cercanía a Ger, Paul, Conejita Fresita o Futura Esposa del Tano (leí por ahí que ya tienen salón, congrats!), Veck, Josh, Ed, Betina. También están los Latam (sorry chicos pero ustedes no son entidades separadas, son Latinoamérica toda), las colombianas y todos los amigos de mis amigos que de a poquito me voy robando, como me robé a todos mis amigos de algún amigo en común primordial al que le dejé de hablar eventualmente.

Los tres párrafos anteriores son como un enorme paréntesis en la anécdota que estaba contando, resulta que sí, efectivamente soy personajeril y de tal forma que ya ni me doy cuenta cuando me pongo el disfraz. Supongo que los forzados me han visto con más disfraces y es por eso que notan que realmente existen tales personalidades. En definitiva es con ellos con quien más tiempo he pasado en los últimos años. Pero lo interesante fue cuando intentamos darnos cuenta de qué es lo que tenemos todos en común. La respuesta… cada uno la sabrá.

Les dejo un fuerte abrazo maorí.

Alejo.