martes, 27 de abril de 2010

Una tal, madmoiselle Román-Fernández



Su llegada fue prolija, un domingo. Como no podía ser de otra manera, se aseguró nacer el fin de semana para que no tengamos ninguna excusa y la fuéramos a conocer de inmediato. Nació en dos pujos, sanísima y alegre. Tan deseada se sabía que a las pocas horas nos dio su primer sonrisa. Eligió ser nena para dejarnos a todos contentos (nadie quería que le pusieran Teo si era varón, salvo sus papis). Tan a tiempo que hasta llegó después de que la tía ya había terminado su tratamiento de ortodoncia, pudiendo sonreír para las fotos.

Todavía tengo muy presente la primera vez que la vi. Yo siempre pensé que los bebés recién nacidos son unas criaturas horrendas. Es más, trato de no ver las fotos de los recién nacidos para no tener que mentir; porque por más fiero que sea el hijo/a, sobrino/a, nieto/a de la persona que te muestra una foto de un bebé, la respuesta obligada e instantánea tiene que ser ¡pero qué lindo bebé! Con Mora no hizo falta. Ojo, no es porque sea mi sobrina pero era preciosa, con la cabecita perfecta y la firma de su abuela paterna en el dedo gordo del pie, para que sepamos que es nuestra. Me quedé completamente mudo mirándola por un buen rato.

Al subir al restaurant del Otamendi para almorzar con mamá y mis hermanos, no podía dejar de mirar a Max mientras pensaba “wow, mi hermano es papá de alguien”. A su vez, ya teníamos oficialmente a alguien que nos mande al geriátrico cuando nos caguemos encima a los 143 años (yo tengo fé en la ciencia y soy agnóstico, así que me quiero quedar un buen rato). Dicen por ahí que uno se pone contento porque sus genes se aseguran en el tiempo cuando nace la nueva generación de la familia, quizá sea cierto. Yo tiendo a pensar que Mora es mágica a pesar de tener nuestros genes y eso la hace aún más especial.

Desde que nació nos acostumbramos a los desinfectantes en Gel, gracias a lo anales que son Max y Vir con su tesorito, todo bastante antes de la gripe porcina. Incluso desde que me enteré del embarazo tengo la fantasía de llevarla al zoológico en una mezcla de deseos que incluyen las ganas de que la pase bien pero también poder fanfarronearla en público, como corresponde.

Hoy (o ayer, para mi huso horario) 27 de abril de 2010 esta mujer en desarrollo cumple dos años. Con lo trillado que suena ¡cómo pasa el tiempo! Debería escribirle una carta para que la abra a sus dieciocho años en donde le doy muchísimos consejos sobre la vida, le comento cuanto la desearon sus papás, cómo era su vida a los 2 años, cómo era su familia pero lo más probable es que me mire con enfática cara de culo si le doy eso como regalo de cumpleaños. Además, los únicos consejos que le podría dar son que use Head&Shoulders si tiene caspa, que estudie inglés y que lea Desiderata pensando que lo escribí yo.

Lo más importante lo tiene. Esto es amor incondicional de toda su familia y una buena conexión a internet. El amor incondicional de todos nosotros le va a dar las herramientas para ser lo que se le cante mientras que internet le servirá para escaparse de ese amor incondicional cuando se torne insoportable.

Espero que me perdone haberme perdido sus dos cumpleaños. Sabrá entender que tenemos muchos por compartir o, incluso si me quedo acá, la posibilidad de amenazar a sus padres con “irse al otro lado del mundo” una vez adolecida y rebelde. Quién sabe, quizá tenga la opción muy pronto.

Como sea, el próximo es un mensaje sólo para ella así que no pueden leer: Mori, te quiero mucho mucho. Pasala bien y feliz cumpleaños.

Tu único tío,

Ale (el de la foto).

2 comentarios:

  1. Me alegra que tengas en mente a Desiderata, viene bien, cada tanto ...pegarle una leida

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  2. pasame un telefono para que pueda llamarte, hace varios dias que entro quichicientas veces a tu blog para ver si escribis algo, un abrazo tu papá

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