miércoles, 10 de marzo de 2010

Hay que venir al sur. Sí, para eso.


Hace poco fue el Lantern Festival de la comunidad China en Auckland. Lo que se hizo fue poner un par de estatuillas hechas de papeles de colores con luces que las iluminan desde adentro en Albert Park, uno de los parques más céntricos de la ciudad, sino el más céntrico. Desde que llegué hace dos meses jamás vi tanta gente amontonada en un mismo sitio. Era molesto, incómodo, masivo. Supongo que una experiencia por demás asiática. Yo llegué al parque el viernes con muchas ganas de comer alguna de las delicias que me habían prometido servirían en los puestos de comida, pero las filas para poder comprar alguna tontería con sobreprecio eran tan largas que me la aguanté y terminé comiendo noodles en mi casa dos horas más tarde. Te vendían gorros chinos y con Ian, un amigo de por aquí, nos anotábamos en todas las cosas que prometían algo gratis. Así, terminé con una lapicera de Hong Kong, Ian con un globo de Shangai y ambos con postales de China toda que luego terminé tirando porque no me servían para nada.

El día anterior había recibido mi primer sueldo jugoso del banco (sí, la historia tiene un par de semanas de retraso) pero, contrario a mis suposiciones, al depósito que hicieron en mi cuenta le faltaba bastante dinero, importante dinero. Yo llegué a casa y empecé a hacer cálculos. Que tantos dólares la hora por tantas horas menos la media hora de almuerzo que no es paga, más el 8% de las vacaciones que no me voy a tomar pero que me las tienen que pagar igual. Alguien acá me está cagando, pensé. En ese momento se hizo la luz y, como por esos días yo todavía tenía internet (no como ahora, Teresa, compadre, la boina de tu madre. La Tere es quien tenía que arreglar el problema de internet hoy pero no lo hizo) me metí en la página de Inland Revenue para utilizar la famosa calculadora que yo le digo a mis clientes del banco que utilicen si tienen alguna duda sobre el porcentaje de impuestos que se les descuenta de sus inversiones. Me metí, puse mi salario por hora, la cantidad de horas que trabajo por semana y me devolvió una cantidad similar a la que me habían depositado. El gobierno de Nueva Zelanda me está chupando la sangre con lo que pago de impuestos. No tengo salud gratuita (pagué 700 dólares un seguro médico porque acá no tengo derecho a ir a un hospital), ni educación gratuita pero me sacan una buena parte de derecho de piso. Cuando le comenté cuán indignado estaba yo con el porcentaje de impuestos que pago para que la fucking ciudad no tenga suficientes carteles alrededor, Ian me contestó: Gracias, por gente como vos que paga impuestos sin recibir nada a cambio, un estudiante puede tener un allowance por mes y le podemos pagar el parto a una ciudadana más. Genial, pensé. Eso es reconfortante. Lo bueno, es que ahora pienso que todo es mío. Como pago mis impuestos y de mis impuestos se pagan otras cosas, en definitiva, todo es mío.

Hoy, como tenía el presentimiento de que internet no iba a funcionar cuando volviese de la oficina, me dirigí a la biblioteca de la ciudad. Ese edificio tan lindo que quiero tanto y el único lugar donde encontrás wifi realmente gratis gratis. Aunque enrealidad no es gratis, porque también lo pago con mis impuestos. Me conecté un rato para sentirme parte de la civilización occidental adicta a la televisión e internet, subí el post que colgué ayer, chateé un ratito con los chicos, mandé algunas aclaraciones por facebook y ya. Tenía hambre, lo que me llevó a casa nuevamente para cocinar algo, llamar a los chicos, escribir este segundo post. Mañana debería lavar ropa, lo vengo postergando toda la semana porque después de lavar la ropa, también tengo que planchar camisas, que es la parte más fea de ser mi propio doméstico. De todas formas soy muy buen patrón además de doméstico, entonces, cuando termino de lavar la ropa o de planchar lo que tengo que planchar, me doy un gustito con algún chocolate o una coca. Como para que yo mismo no me haga una sentada un día de estos y termine sin ropa interior limpia por la auto huelga.

Hoy termino el post con una frase muy profunda “qué se puede esperar de un burro más que una patada”. Piénsenlo. Gracias Moria!


Kia Ora!

Alejijou.

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