martes, 16 de marzo de 2010

El tiempo dirá.


Volvió internet a mi vida, lento, insoportablemente lento pero está aquí y se lo aprecia amén de su velocidad. Esta vez tengo una novedad importante para contarles ¿Recuerdan que yo empecé a trabajar para Westpac y que les dije que no cuando me ofrecieron la posición permanente con ellos? Bueno, resulta que hicieron un balance del trabajo que mi división tenía; como juzgaron que no hace falta tener a 12 personas en el equipo, decidieron deshacerse de 6, la mitad. Afortunadamente yo no estuve entre esos 6 candidatos que fueron despedidos ayer a la tarde sin más, a través de un mail bastante frío que les indicaba dónde estaba la puerta de salida. Situación cómoda si las hay saludar a la mitad de la gente que trabaja contigo diciendo “hey, bueno, buena suerte, nos veremos por la vida porque yo todavía tengo trabajo pero vos no”. Mientras volvía a casa no pude evitar esgrimir una sonrisa por el halago que significa que me hayan elegido a mí para quedarme por sobre dos ingleses, un neozelandés y tres indios con ciudadanía de Nueva Zelandia. La no tan buena noticia es que hoy mi jefa se nos acercó y nos dijo que bueno, la gerencia decidió deshacerse de dos personas más este viernes. Eso significa que no sé si seguiré teniendo trabajo la semana que viene o no. La gran cagada es que si estuviese seguro que no tengo trabajo la semana que viene, puedo postularme a un trabajo diciendo que estoy disponible a partir del lunes PERO la realidad es que no estoy seguro. Si no me rajan el viernes, mi contrato termina el 1ro de Abril porque no me acepté el trabajo permanente. Me habían ofrecido otra cosa para empezar esta semana pero les tuve que decir que mi contrato termina el 1ro de abril. En fin, el tiempo dirá. Otra cosa buena es que tengo dinero como para estar sin trabajar un tiempo.

El párrafo anterior, como podrán imaginar, es lo que ocupa mi cabeza desde que me dieron la novedad en la oficina. Pensé realmente qué pasaría si finalmente acepto la posición permanente en el banco pero no tengo ni las más remotas ganas. En el peor de los casos, tengo un amigo que me haría la gamba para quedarme en su casa si me quedo sin plata y la segunda opción es tomarme un bus hasta Napier y empezar a trabajar con los chicos en el campo, idea que me agrada tanto como bailar malambo descalzo sobre una tabla llena de clavos. Con lo que me gusta el trabajo manual y estar debajo del sol… Quién sabe, yo siempre fui una persona con suerte, no será la primera vez que me salga algo mejor a último momento o que finalmente echen a otra persona el viernes y toda esta preocupación sea en vano. No obstante, tengo un buen presentimiento con el hotel. Me van a llamar, voy a estar contento trabajando con ellos, todo tiene que pasar esta semana.

El clima lentamente está cambiando. De día la temperatura sigue siendo más que idílica pero a la noche se sienten los vientos otoñales acercándose. También llueve un poquito más seguido de lo habitual pero simples lloviznas molestas que no terminan de arruinar el día. Sólo llueve unos minutitos, generalmente cuando estoy en la oficina para que no se me mojen las camisas. Hasta la lluvia es buena onda en esta ciudad.

Tuve un par de mañanas que se parecieron a la famosa crisis del tercer mes, de la que todos los viajeros nos hablaron. Parece ser que al tercer mes uno tiene una crisis de mamitis terrible que quiere largar todo al diablo y volverse a Buenos Aires cueste lo que cueste. Bueno, en los últimos días, alrededor de las 10 de la mañana me agarra media hora de decir “no me gusta este trabajo, necesito un abrazo, tengo una casa, amigos, familia, una sobrina preciosa allá a lo lejos que por estas necesidades egoístas de ver el mundo me estoy perdiendo” pero me recuerdo que fue mi elección y que es el momento justo en mi vida para hacerlo, que este país es genial, que conocí gente interesantísima. Una de las tardes en las que me sentía solo, un amigo me envió un mensaje de texto preguntándome cómo estaba, a lo que respondí con la verdad “a Little home sick, I need a hug”. Me invitó a cenar y me dio el abrazo más anglosajón e insípido que recuerdo haber recibido. Duró unos 3 segundos luego de los cuales me preguntó ¿mejor? Sí, le dije. Porque por mucha cercanía que tengas con una persona, quedás como el culo al decirle que tiene problemas culturales para dar abrazos como la gente.

Para ser honesto, no extraño Argentina. Es un país maravilloso que tiene muchísimas cosas para ofrecer. Soy un buen embajador de nuestros pagos con los locales, siempre les hablo de las cosas geniales que tiene y trato de no ventilar las cosas que no nos gustan, que no ME gustan. Aún así, no sé si me atrae la idea de volver a vivir en Buenos Aires. Si estas islitas encastradas en las nalgas terrestres no terminan de cautivarme, buscaré otros lares que me distraigan durante un tiempo. Había pensado en España porque es uno de los países que más me gustó en Europa y dicen que hablo el castellano bastante bien aquellos que conocen la lengua pero los muy guachos entran en la peor crisis desde que se murió Franco. Veremos cómo le va a Uruguay o a Brasil en los próximos meses.

No se preocupen, estoy bien, sigo muy sonriente, sigo pensando “wow, NZ está genial” pero también tuve esos momentos que en definitiva son culpa de ustedes por ser maravillosos y haber entrado en mi vida.

Kia Ora!

Lic. ARF

1 comentario:

  1. Listo Alejo, decidido: Nos vamos a Inglaterra. Podremos tomar el te verde a las 5... Y cerevza a las 11.

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