lunes, 9 de agosto de 2010

Back in Auckland.

Y… una vez más, sumergido en la vida del backpacker que me costó un par de zapatos, un par de ojotas, una remera y algunas bolsitas de noodles. Es lo que tuve que sacrificar por la malvada aerolínea que sólo me permitía 23 kilos de equipaje. Con las montañas mirándome a la distancia partí de Christchurch, mal clima sobre la ciudad destino que demoró mi vuelo 25 minutos pero una ansiedad enorme, finalmente llegué a mi nueva y antigua casa (o debería decir Hostel). Llegué a Frienz en el centro del centro de Aucks con la seguridad de quien ha pisado ya estos pagos, la tarjeta de descuentos y un presupuesto ajustado que pensaba cumplir; grande fue mi sorpresa al encontrar una habitación mucho más barata, sumada al descuento que todo mundo tiene al quedarse al menos una semana. La habitación, bueno, digamos que ahora tengo una moderada idea de lo que se siente hacer el servicio militar. Mis compañeros de habitación: doce personas de distintas partes del mundo con sus olores, sus historias, su insistencia en dejar la luz prendida y la puerta del cuarto abierto. Cuando la persona más considerada en una habitación es Alejandro Roman-Fuster, definitivamente tenemos un problema. Igual, por lo que pago, el chivo del checo que duerme al lado mío huele a algo maravilloso, ese aroma a “puedo gastar la plata en otro lado y volver al hostel cuando ya no doy más, quedándome dormido al instante”.

Semana de reencuentros. El sábado fue un día ocupado; una vez que mi valija estaba segura en la habitación del hostal, empecé a enviar mensajes de texto a mis amigos locales, fui a almorzar, tomé un café con Djorn, tomé otro café con Andy y Tom, fui al supermercado con Robbie, salí un rato a la noche donde me encontré con Jarred y Jeremy, al día siguiente almorcé con Neil y Flavio, merendé por mi cuenta y terminé cenando con Martín y André. Hoy luego de tomar un café con Dave, recibí tres sorpresas: Peggy, una de las chicas alemanas con las que vivía en Chch, había llegado hoy a Auckland donde se quedará una semana, Taffy viene de visita hasta el sábado, y mi querida Lucy estará en la ciudad cuando volvamos de Queenstown con Toia . Con la Deutsche Peggy comimos butter chicken y luego nos dimos una vuelta por un pub belga para tomar una cerveza, donde conocimos a una pareja de australianos que por alguna extraña razón empezó a hablarnos, la acompañé hasta la puerta de su albergue y caminé bajo la lluvia camino a mi cama, no sin antes permitirme escribir algunos párrafos para subir mañana en la biblioteca.

Mañana a la mañana, ganas mediante, me voy a nadar a Newmarket para descargar un poco de energías, tengo que recibir mis últimos recibos de sueldo junto con el último pago de Telstra Clear vía transferencia bancaria. Quizá me dé un gustito y vaya al cine porque el martes es día de descuento, caminaré por la ciudad si el sol ayuda un poco, supermercado, noodles y cama. Estoy bastante ansioso con la llegada de Toia y los viajes a Queenstown, Milford Sound y Northland que, espero, renovarán mis ganas de estar acá. Ando necesitado de un poco de argentinidad pero de la mía, que es una argentinidad un poco distinta, no fácilmente reemplazable. En definitiva, estoy contento de haber dejado Cristoiglesia atrás, casa con internet, zapatos, ojotas y remera incluidos. La tranquilidad mental realmente no tiene precio o por lo menos en mi caso es más valiosa que lo que me pagaban, sumado a donde vivía, un par de ojotas y un par de zapatos. Pero bueno, siendo honesto, todavía tengo la esperanza cada vez que abro la chiqui de encontrar algún infeliz que no haya habilitado la seguridad en su red inalámbrica.

Ando sin pilas en la cámara porque no compré ni tengo cargador para las que se pueden recargar, así que necesito tener una charla con el cocodrilo que vive en mi bolsillo para pedirle permiso o encontrar un buen samaritano que vaya por la vida ofreciendo su cargador, preferentemente marca sony. Ambas opciones son altamente improbables pero mi hermana llega en una semana y ustedes pueden vivir sin fotos una semana o puedo cargar fotos viejas que seguramente ya no recuerden que cargué en algún punto en estos ocho meses.

Esto es todo por ahora, ya tengo el sueño suficiente para subir a mi habitación.

Abrazo de oso.

Ale.

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