viernes, 27 de agosto de 2010

De sur a norte.

Después de casi dos horas en avión y cuatro en micro, llegamos a la otra punta del país, Paihia, en la Bay of Islands. Acá nos tomaremos un crucero por las islas, veremos el hole in the rock, postal famosa del país, nos tomaremos un bus hasta la punta más boreal de NZ, Cape Reinga lugar de suma importancia espiritual para los maoríes pues de allí se dice que parten las almas de la tierra hacia el lugar de los ancestros; es decir que los maoríes piensan, en términos prácticos, que los muertos se vuelven a Samoa. O que Samoa está llena de muertos. Evidentemente en las creencias tradicionales y religiosas poco importa ser políticamente correcto.

Desde la salida de Auckland llovió todo el camino. Habíamos hecho las reservas con sus respectivos pagos en la oficina de información que está ubicada debajo de la Sky Tower con la ayuda de una china adorable a quien volvimos loca, respondiendo que sí cada vez que nos preguntaba si había algo más en lo que nos podía ayudar. La pobre china se comió la venganza de los meses en TelstraClear. De todas formas le caimos bien, incluso, cuando le preguntamos dónde podíamos dejar las valijas para ir a almorzar, porque nos quedaba una hora antes de tomar el Micro, ella nos dijo que podía cobrarnos un solo bulto si dejábamos los dos, al final no le dejamos nada porque con el dinero que nos cobraba podíamos tranquilamente comer algo pero linda la actitud. La china se ganó 9 alejos en el alejómetro. No son diez porque la perfección es imposible.

Pasando Whangarei el chofer del micro se nos sentó al lado para preguntarnos dónde nos alojaríamos en Paihia, le dimos la dirección, a lo que al buen samaritano respondió con una sonrisa acogedora que nos dejaría en la puerta del hostel. Un dato no menor es que nos estamos quedando en una habitación para seis personas pero estamos los dos solos. Toia inclusive dormirá las tres noches en una cama doble que hay en la habitación. Es un gran cambio después de la hermosa pero ruidosa Queenstown, donde compartíamos el cuarto con 6 aventureros, dos inglesas que seguramente nacieron por cesárea (malparidas), y una orquesta ronquil todas las noches. Es la hora de la verdad ¿seremos nosotros roncadores compulsivos también? Esta noche se sabrá.

A la llegada al hostel, tal como nos había indicado chon (china buena onda) buscamos la caja de los late check ins donde estaría la llave de la habitación. Había un sobrecito con nuestro apellido diciendo que vayamos a la habitación número cuatro pero dentro del sobre estaba la llave de la habitación número 6. Yo miré el sobre, luego miré la llave, giré mi cabeza 45 grados a la derecha, miré el sobre, miré la llave que seguían sin coincidir. A los pocos segundos apareció el abuelo de Asterix preguntando si nos podía ayudar, le expliqué mi duda, nos hizo entrar a la recepción y solucionó el inconveniente cambiando la llave por la correcta. Nos mostró la cocina, la sala de estar, nos explicó brevemente las normas de convivencia - que no afectan realmente a nadie más que a nosotros porque hasta ahora no vimos a otra alma en este hostel- fuimos a comprar Fish and Chips a un bar que está en la misma cuadra, toia se fue a bañar y ahora vamos a mirar una película de las muchas que hay en el living antes de irnos a dormir tempranísimo porque mañana tenemos un día agitado.

Eso es todo por ahora.

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