sábado, 21 de agosto de 2010

Con Toia!

Me quedé atrapado en actividades, olvidándome de actualizar este sitio. Como ahora tengo algunas horas libres, me dedicaré a escribir todo lo que pueda, desde Te Anau, la puerta del Fiordland National Park, al sur de la isla sur.

Casi una semana atrás, a sabiendas que el avión llegaría cerca de las 7 de la mañana, sin dejarme otra opción que tomar el Airbus (este es el nombre del colectivo que te lleva a los aeropuertos) a las 6 de la mañana, tomé la decisión de ir a una fiesta la noche anterior, sábado. Yo ya había vivido el jetlag masivo por la diferencia horaria y sabía que Toia sería una mezcla entre zombie y sonámbulo por lo que me despreocupé y hasta reconocí que sería mejor que ambos estemos cansados. Es sumamente molesto tener que seguir a una persona llena de energía cuando uno no tiene ganas de hacer nada. Así fue, con las ojeras más grandes del hemisferio sur, anteojos oscuros, una camperita y mi mochila con la chiqui, partí rumbo al reencuentro más significativo de estos 8 meses: alguien de mi familia me venía a visitar. El trayecto en el bondi da bastantes vueltas pero con el estómago vacío ni las sentí. Había algunas caras decididamente rio platenses en el colectivo que no me asombró por el vuelo procedente de buenos aires que llegaría en exactamente una hora. Al bajar del vehículo, uno de los argentos me pregunta en inglés si hablaba castellano, por alguna razón le dije que sí, raro, yo suelo evitar contacto argentino pero bueno, quizá mi mente no quiso pasar vergüenza al mentir para que luego el mismo pibe me vea hablando en castellano con mi hermana. La cuestión es que cual garrapata se me pegó, desayuné con este chico que me contó toda su experiencia en NZ, lo que había hecho la noche anterior, que estaba con amigos, los trabajos que había tenido, etc. A los 20 minutos de la charla-monólogo con quien llamaremos Argentino A, se nos sumó Argentino B quien, como la gran mayoría de las secuelas, es mala, muy mala, mala onda Tinelli. Argentinidad al palo de la que nos da calor.

Llegó el avión, terminé mi desayuno, partí junto a Argentino A y Argentino B a la rampa donde llega la gente que baja de los aviones procedentes de otros países, llegó Toia. Corrí con todas mis fuerzas hacia el final de la rampa con lágrimas en los ojos- plano detalle de la lágrima- luego un primer plano en cámara lenta de mi cara sonrojada por el llanto abriendo la boca para gritar “toiaaaaaaaaaaaaaa, toiaaaaaaaaaa”. Ella dejó caer su mochila, comenzó a correr hacia mí hasta fundirnos en un abrazo eterno y títulos. O quizá no fue exactamente así pero definitivamente hubo un abrazo, una ayudita con las valijas, preguntas y respuestas varias recíprocamente preguntadas y respondidas, presentación de Argentino A y Argentino B con “mi hermana”, saludos, agradecer al destino por haber comprado ya el regreso en el Airbus, evitándome compartir un tacho con la argentinidad del aeropuerto más sus familiares visitantes que vaya uno a saber cuán tinellescos son. Camino a la parada del Airbus, entre bienvenidas al culo del mundo escucho que me gritan desde lejos ¡Alejo! Di media vuelta encontrándome con 3 de las cuatro uruguayas que había conocido en la isla sur, ellas, camino al sudeste asiático. Nos abrazamos no entendiendo cuan chico es el pacífico sur y el aeropuerto internacional de Auckland. “Ella es mi hermana, ellas son tres de las cuatro uruguayas con las que viví un tiempo en Christchurch” nos pusimos al tanto de los cambios en nuestras vidas, planes, abrazo, beso, ellas al sudeste, yo a Queen St y Victoria, donde nos esperaba la maloliente pero bien barata habitación del hostal.

Una vez llegados al hostel, procedimos a subir el equipaje a la habitación donde yo me estaba quedando. Al abrir la habitación me encuentro con Maru Loner, una argentina que conocí en el mismo hostal hace 8 meses, en diciembre, en mi primera semana en NZ. Fue de locos, ella también se estaba yendo al sudeste asiático a encontrarse con su novio francés que conoció en Mount Manganui, con quien convivió durante 5 meses en Wellington. Abrazos, besos, nos vemos en Buenos Aires, blah. Le tuve que explicar a Toia que yo no voy por la vida encontrándome con gente con la que viví/conocí en otras ciudades o en otras islas y que definitivamente ese día fue un gran día de reencuentros, bienvenidas y despedidas.

Eso es todo por ahora, prontito las actividades que hicimos con toia en Auckland y la isla sur.

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