domingo, 22 de agosto de 2010

Auckland de guía turístico.


Que es una ciudad linda, es una ciudad linda. La más grande, donde más tiempo estuve. Un poquito mi casa fuera de mi casa, salvo por el oloroso, asqueroso, barato, muy barato hostel. A Toia no pareció importarle el hostel demasiado, así que nos quedamos ahí nomás. Compartiendo los olores, ronquidos y falta de educación de vaya uno a saber cuántas nacionalidades.

El primer día, como les conté en el post anterior, estábamos ambos terriblemente cansados, yo por mi fiesta caserita; ella por casi 14 horas de vuelo pero eso no nos impidió dar una larga vuelta a la ciudad. Comenzamos naturalmente por el centro, la llevé de paseo a recorrer queen street, victoria street, tomamos un jugo de naranja en mi queridísimo esquires de la biblioteca, caminamos bajando por queen hasta el puerto donde se puede admirar el por qué se llama a Auckland la “ciudad de las velas” (city of sails). Dimos una vuelta al Hilton Auckland desde donde se puede ver a los lejos Waiheke Island y el Rangitoto con una supuesta forma de mujer embarazada acostada (los maoríes tienen muuuuuucha imaginación, o las maoríes embarazadas tienen forma de volcán) Comimos Butter Chicken, que estaba muy picante a pesar de que supuestamente tiene que ser el curry más tranqui que te venden los indios. Calculo que se les debe haber quemado el pollo y decidieron tapar el sabor a quemado con más especias de las que normalmente deberían haber utilizado. A las 7 de la tarde ya no dábamos más y decidimos finalmente tirarnos a dormir.

El segundo día fuimos tempranito al super a comprar el desayuno. Le mostré a toia el edificio corporativo de Westpac donde trabajé al principio del viaje, subimos a la Sky Tower para ver la ciudad desde lo alto, averiguamos sobre los hostels en Queenstown que sería nuestro próximo destino, caminamos hasta ponsonby, bajando una vez allí al Western Park, uno de los más lindos de la ciudad, entramos a innumerables negocios de recuerdos para comparar precios y ver qué le gustaría comprar el último día y cuánta plata necesita para los souvenirs. Caminamos, caminamos, caminamos un poco más. Comimos Sushi riquísimo por un módico precio, sacamos muchísimas fotos y, de nuevo, nos fuimos a dormir.

El martes era nuestro último día en la ciudad, definitivamente el más activo. Como veníamos durmiendo muy temprano todos los días, no tuvimos problema en empezar casi a las 6 de la mañana, desayunamos con un rico jugo de naranjas y algunas tostadas para comenzar el camino hacia el Auckland Domain, pasando por algunas iglesias y la Marae (centro de reunión maorí) que también habíamos visitado el lunes pero me olvidé de contarlo en el primer párrafo. Bordeamos la universidad colina abajo hacia el domain donde hicimos dos caminos, uno de subida y otro de bajada. Para subir elegimos el lovers walk, una jungla en medio de la jungla de cemento, extremadamente pintoresco y “distinto”. El camino de vuelta a la autopista que nos llevaría a Parnell fue el clásico de estilo inglés. Antes de volver a nuestra ruta nos sentamos un rato viendo el museo con los pajarillos que vuelan contentos por el parque asumiendo, inocentes, que tendríamos comida para ellos.

De vuelta en la ruta pasamos por Parnell, el barrio de donde es originario el Sr John Key, actual primer ministro de Nueva Zelanda. Seguimos colina arriba para ver la biblioteca, la vista de Mission Bay desde Parnell Road, seguimos caminando hasta Newmarket, donde le mostré a Toia las piletas Olympic donde ocasionalmente me doy un chapuzón. Llegamos hasta Dick Smith, que vendría a ser una especie de musimundo y entramos para jugar un rato con la nueva Ipad. Algo realmente maravilloso de este país, creo incluso que ya lo mencioné antes en un post antiguo, es que las casas de electrodomésticos te permiten toquetear todo lo que está en exposición. Estuvimos fácilmente 30 minutos jugando con la Ipad, metiéndonos a internet, revisando mails, todo frente a los ansiosos vendedores que no tenían idea que jamás de los jamases compraríamos siquiera un pin en ese lugar.

De Newmarket subimos al Mount Eden, caminando. Esto sí que es una hazaña señores. Veníamos caminando colina arriba toda la mañana, comimos un suculento kebab- toia de cordero, yo de pollo- y le dimos a las piernas para conseguir la vista del volcán. Una vez en el cráter, después de copiarnos de la originalidad fotográfica de algunos orientales, foto meditando con la ciudad de fondo, foto meditando con los otros volcanes de fondo, salto por aquí, salto por allá, emprendimos la vuelta. Al llegar al hostel habíamos caminado aproximadamente 10 km. Una buena parte de ellos de subida y 150 metros para subir al monte del edén. Las piernas dolían.

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