lunes, 8 de febrero de 2010

Lo prometido es deuda.


Mientras terminaba de comer mis huevos revueltos con tocino y un par de tostadas, empecé a recordar cosas que prometí contarles. Particularmente sobre la despedida de los chicos y su viaje a Napier, en la empedrada bahía de Hawke. Ellos se fueron porque no habían tenido suerte, a su entender, en la búsqueda de trabajo en Auckland. A pesar de haber tenido un par de buenas experiencias en la industria de la hospitalidad, el teléfono seguía sin sonar y los sueños de una vida citadina para los tres hermanos Lambfucker (así es como nos gusta llamarnos entre nosotros) se desvanecían. Ni lentos ni perezosos, ante la negativa de los empleadores de la ciudad, los chicos festejaron mi cumpleaños y partieron en busca del fruto prohibido: a recolectar manzanas.

Fue grata la sorpresa, anecdótica y cruel, pues, una hora antes de partir para las costas bravas, el teléfono sonó, ofreciéndoles trabajo. Decidieron partir de todas formas en lo que sería el viaje más largo de la historia. Ustedes imaginen que Napier está, para ser gaucho, a la distancia de Mar del Plata. Si uno piensa desde la perspectiva de Dios, osea, calculando desde Buenos Aires. Pero mis compañeros de viaje no contaban con el descaro de quien sin haberse lavado los pies, se sacó los zapatos en un vehículo con las ventanas cerradas. Ni muchos menos con el resfrío de un motor viejo que estornudaba cada tantos kilómetros. Pulmonía debería decir ya que cada estornudo o ataque de tos obligaba al conductor a parar, convirtiendo el alegre viaje de sólo 6 horas en un parto natural de 15.

Mientras tanto, yo, en casa, recibía las novedades cada tantas horas. Agradecía en silencio a Madison recruitment, a mis ex jefes por las referencias y a Westpac por haberme elegido para ser uno de los esclavos asalariados a sólo 20 minutos de distancia de donde vivo. Las únicas molestias, que se pueden atribuir a mi completa falta de tolerancia, son los ruidos a las 12 de la noche que hacen los 50 brasileños con los que vivo. En realidad son 3 pero chupan por 30 y gritan por 20. Yo no seré Profesor de matemáticas pero la poca que recuerdo me da un total de 50. Amén de esta latinidad invasiva en lo que solía ser un flat ameno, tranquilo, asiático, si se quiere, tengo mis pequeñas grandes alegrías. Hoy, por ejemplo, alguno de mis ruidosos flatmates olvidó el papel higiénico en el baño. Nosotros, por desorganización o mezquindad, todavía no lo tengo resuelto, no compartimos el papel. Cada uno tiene su rollo y por delatador que sea caminar con el rollo de papel higiénico en la mano, lo llevamos y traemos de acuerdo a los regalitos que depositemos en el inodoro. Entonces, siempre es una pequeña alegría, por zonzo y grasa que suene, limpiarse el culo con el papel de otro. Yo haría una equivalencia con esa papa frita que alguna vez robamos en un restaurant de comida rápida una vez que nos terminamos las nuestras.

El otro día mi mamá me decía, mientras chateábamos con la cámara encendida, qué difícil debe haber sido para su bisabuela tener a todos sus hijos a dos meses en barco, con la única posibilidad de mandar una carta y que llegue cuando suceda. Ella, hoy, me comentó que mi hermana estaba nerviosa por una situación que no viene al caso por lo que la llamé por teléfono. Mi mamá estaba en Resistencia, mi hermana en Buenos Aires, yo en Auckland y mi mamá me gritaba desde el msn: decile tal cosa, mientras mi hermana me decía al teléfono: ya la escuché. Mi familia gusta de hacer complicadas las comunicaciones y me usan de traductor, desde el otro lado del mundo, para lo que sería una conversación interprovincial. Pero todo se siente tan cerca cuando hacemos eso. Debe ser la principal razón por la cual no extraño. Eso y que soy un cubito de hielo.

Eso sí, para ser completamente honestos: el otro día vi a una pareja de unos 30 años casi tan agradables como mi hermano y mi cuñada, que tenía una hija casi tan linda como Mori y me dieron un poquito de ganas de tenerla conmigo un rato para hacerle esas preguntas oligofrénicas que siempre les hacemos a los chicos que están empezando a hablar y cuyas respuestas siempre nos llenan de orgullo porque, en definitiva, mi sobrina es una genia.

Les dejo un saludo Maorí.

Kia Ora!

Vuestro Alejijou.

2 comentarios:

  1. Juantar manzanas???? Noo, que bajón, menos mal que no te pasó a vos! Bien ale!

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  2. bueno, short for long...
    te extraño alejin.

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