viernes, 23 de julio de 2010

Feliz Día





Para empezar, sí, ya sé, faltan fotos con José, Ed, Betina, Euge, Ben, Pachi, Meli, Gus, Flor, Silvina, La Negra, las colombianas, Belén, los Latam, la gente de MS, Yue, la gente de la facu, Lau J, los tíos, la gente de NZ; hay dos personas que no deberían estar en el post PERO, vamos, los que leen el blog están y los demás los mantengo en mi cabeza y corazón. Por eso, mis más afectuosos, indecorosos-pero-muy-adecuados abrazos ¡Feliz día atrasado! Tanto los querré que por economía fotografil expuse la foto del cumple de Juan en la que parece que un carancho anidó en mi cabeza al tiempo que dos gremblins luchaban por nacer de mis cachetes, qué fuerteeeee ¡Gracias por los mensajitos! Fue como asistir a mi velorio en vida pero por alguna extraña razón, estuvo bueno.

Una vez más dejé abandonado el blog por demasiado tiempo, existen dos principales motivos: uno trata de hacer lo suficientemente extensivo cada post para que valga la pena leerlo, contar las novedades, hacerlo entretenido y amén de la falta de reparo que pongo en la redacción, lleva tiempo que no necesariamente tengo. El segundo motivo es que mi vida se ha vuelto bastante rutinaria, entonces, carezco de anécdotas noticiables. Les puedo contar a qué hora me levanto o que la semana que viene entro a trabajar a las 9 de la mañana que es un nuevo horario para mí (venía haciendo los turnos de 8:30 a 5:00 y de 10:30 a 7:00) pero el trabajo sigue siendo lo mismo día tras día, hora tras hora. Generalmente me pongo metas en el día, por ejemplo, cuando llego sé que tengo un break 120 minutos más tarde, por lo que me invito a sobrevivir las primeras dos horas, permitiéndome pensar en renunciar luego. Una vez que pasan las dos horas, vuelvo a plantearme la misma meta hasta el almuerzo, luego hasta el break de media tarde y hasta el horario de salida. Me funciona el “trabajá 2 horas” en vez de “lo que queda del contrato” aunque en definitiva sepa que no voy a renunciar hasta el final. Si odian, luego no les molesta, luego les divierte, luego vuelven a odiar su trabajo, es un buen remedio.

Dos únicos cambios en la siempre rutinaria existencia cantabriana son la visita de Neil desde Auckland con quien fui a tomar una cerveza ayer, gastando el 35% de mi presupuesto en entretenimiento que me permitiré esta semana, la noche de Fish and Chips con Taffy & Caroline, compañeras de trabajo que acaba de terminar y la noche de Cheese and Wine que tuve el viernes pasado. Esto de los asaltos en mi casa es un negoción. Yo pongo el lugar, porque no tengo auto, junto con alguna coca o botella de vino e invito a que traigan consigo las delikatessen que se les antoje pero la gente es exagerada y, así, siempre termino quedándome con alguna botella de vino, galletitas, chips, bocadillos, entre otros que luego puedo compartir con mis queridos amiguillos backpackers que andan comiendo arroz y fideos como yo cuando los que pagan son ellos. Así van pasando las semanas que me acercan a Wellington temporal y económicamente. Gente que llega a la casa, gente que se va, bastante tranquilidad luego de soportar 8 horas a gente en todo su derecho gritarme porque la empresa facturó ítems en forma errónea o, para cambiar la rutina me gritan porque no les funciona internet, el teléfono o la tv, gritos que se agudizan al explicarles con serenidad que en realidad tienen que gritarle al técnico pues a mí me pagan sólo para que los clientes me griten debido a la facturación. Es la misma serenidad con la que le respondo al manager la pregunta de ¿cuántas encuestas terminaste hoy? Aclarándome que la semana que viene hay un concurso con premios para los que más encuestas hayan hecho. Tres, contesto con una humilde sonrisa mientras pienso muy para mis adentros dónde puede meterse el chocolate que va a rifar entre los infelices que hayan hecho 5. Si tan sólo hubiese un incentivo un poco más jugoso, no sé, un dólar por encuesta, ahí la cosa cambiaría, cada cliente tendría que pasarla antes de cualquier trámite; es decir, el servicio sería una porquería pero ya lo es y tendrían encuestas para repartir, funcionaría una política de “no survey, no service” que a veces pareciera ser que es lo único que les interesa.

En fin, prometo otro post este fin de semana.

Saludos sureños.

Alejijou.

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